sábado, 18 de febrero de 2017

Dar buen consejo, al que lo ha menester





Dar buen consejo al que lo ha menester
Hay un refrán que dice, que si la gente diese dineros, como da consejos,  tendría más amigos; y es que abundan los empeñados en dar todo tipo de consejos, se les pidan, o no, y que además se enojan con quien no los siguen, olvidando que un consejo no es una orden
Con todo, dar consejo es una Obra de Misericordia, pero con matices
Primero el consejo ha de ser bueno
Bueno, no agradable, fácil, moderno, políticamente correcto; no, bueno es decir que no aleje a la persona que lo ponga en práctica del Camino
Segundo
La persona ha de necesitarlo, es decir ya lo diga ella; ya lo intuya, “el consejero”; tiene que tratarse de una situación en la que se hallé oscurecida
Tercero
Que el consejero, sea experto, sepa de que aconseja
Para no ir, con problemas morales,  una persona no puede aconsejar a otra que no consuma determinado producto, salvo que sea su médico, o le conste se encuentra este en mal estado
Dando la vuelta, a la obra de misericordia
Aceptar el buen consejo cuando lo necesitamos

Aceptar que no quiere decir llevarlo inmediatamente a la práctica, cuando de moral se trata, si no de sopesarlo en la oración