Dar buen consejo al que lo ha
menester
Hay un refrán que dice, que si la
gente diese dineros, como da consejos,
tendría más amigos; y es que abundan los empeñados en dar todo tipo de
consejos, se les pidan, o no, y que además se enojan con quien no los siguen,
olvidando que un consejo no es una orden
Con todo, dar consejo es una Obra
de Misericordia, pero con matices
Primero el consejo ha de ser
bueno
Bueno, no agradable, fácil,
moderno, políticamente correcto; no, bueno es decir que no aleje a la persona
que lo ponga en práctica del Camino
Segundo
La persona ha de necesitarlo, es
decir ya lo diga ella; ya lo intuya, “el consejero”; tiene que tratarse de una
situación en la que se hallé oscurecida
Tercero
Que el consejero, sea experto,
sepa de que aconseja
Para no ir, con problemas
morales, una persona no puede aconsejar
a otra que no consuma determinado producto, salvo que sea su médico, o le
conste se encuentra este en mal estado
Dando la vuelta, a la obra de
misericordia
Aceptar el buen consejo cuando lo
necesitamos
Aceptar que no quiere decir
llevarlo inmediatamente a la práctica, cuando de moral se trata, si no de
sopesarlo en la oración