La Pascua experiencia de Fe. D. Andrés García Vilariño
¿Dónde nos encontramos con el Señor resucitado?
“Un amigo se encontró, un vecino que agachado estaba buscando algo por el suelo.
¿Qué estás buscando amigo?
Mi llave que la perdí
Arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave. Al cabo de un instante dijo el vecino.
¿Dónde la perdiste?
En casa
Santo Dios. ¿Entonces por qué la buscas aquí?
Porque aquí hay más luz
De que vale buscar a Dios en lugares santos, si donde lo perdiste es en tu corazón(El canto del pájaro de A. Mello)
Este conocido cuento del jesuita Anthony de Mello, nos advierte de la necesidad de procurar lo que perdimos allí donde lo perdimos. Los relatos de la resurrección muestra el error de las mujeres y de los apostóles acudiendo a la sepultura de Jesús.
“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Este aviso lo deben escuchar aquellas personas que están en un proceso de abandono de la fe, y se sienten incómodas en la actitud personal de distancia que están poniendo en su relación con Dios y con Cristo. Debemos escoger bien las formas de encontrarnos con. Él.
La primera clave está dentro de nosotros.San Agustín de Hipona en el siglo IV dejó en sus confesiones está constatación.
“Nos hiciste Señor para Tí, y, nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Tí”
Los caminos del Resucitado
La sepultura el lugar de los muertos, significa que el Resucitado. Se nos mostrará en la vida, entre los vivos.
Jesús convoca a los Apóstoles en Galilea donde vivían y trabajaban. El capítulo 21 del Evangelio según San Juan refiere un sugerente episodio entre el Resucitado y sus amigos. Es preciso que lo volvamos a leer.
Todos los evangelistas coinciden, además, en señalar expresamente que los Apóstoles no andaban a la procura del Señor. Todo lo contrario, están cerrados, temerosos, con las puertas bien atrancadas. Los hay que escapan de los problemas de Jerusalén donde padeció y murió
El Resucitado es quien les sale al encuentro y quien los sorprende en la casa, para liberarlos del miedo paralizante y ayudarlos a comprender los terribles acontecimientos de su pasión y muerte.
He aquí otra buena clave para encontrarnos con Él estar abiertos a la “sorpresa”; con ella llega la Paz y además el gozo de experimentar la presencia del Resucitado. El ejemplo está en Tomás tal como lo narra el 4º Evangelio. Los encuentros inesperados con el Resucitado, nos dan la capacidad de ver la vida con ojos nuevos. Porque no es cierto que creemos porque no vemos, sino al contrario vemos porque creemos.
Resumiendo para encontrarnos con el Señor Resucitado, es preciso que nos liberemos de la ceguera interior que nos impide una nueva comprensión. Esta ceguera puede ser la lucha continua para disfrutar sin límites; agotarnos procurando vivir a tope ¿? y gozar de todo, ganar mucho dinero, alcanzar el éxito, obtener reconocimiento y popularidad; centrar la vida en uno mismo, descuidando la responsabilidad que tenemos con las demás personas de nuestro entorno y del mundo entero. Si deseamos ver es preciso dejar que la luz llegue a nosotros.
La Palabra y además El Pan
disponemos de la lámpara que nos alumbra para ver al Resucitado su Palabra. En este tiempo se hace necesaria una relectura sosegada y fiel de los relatos evangélicos de la Resurrección. Los fugitivos de Emaús reconocen que ante Las Palabras de Jesús, se les abrasaba el corazón y les daba una nuevfa comprensión de lo acontecido en el Calvario.
Además de la luz de su Palabra el Resucitado les da a los Apóstoles el Pan de la Resurrección, aquel mismo Pan que él partiera la víspera de su Muerte y que identifico con su Cuerpo entregado. La participación en La Eucaristía nos abre los ojos, y nos permite cantar muy alegres.
“Te conocimos Señor al partir el Pan”,
D. Andrés García Vilariño. Parroco de la iglesia de Santiago en La Coruña.
Texto publicado en gallego en la publicación parroquial “pobo de Deus”, firmado simplemente con sus iniciales A.G. V.