En todo ser humano hay que descubrir la presencia divina que lo dignifica
Todo ser humano es desde su concepción y para siempre imagen de Dios Uno y Trino, aunque la imagen aparezca empañada, y, es lo sepa o no, lo acepte o no, hijo de Dios, el bautismo solo lo confirma, desde el momento en que el Verbo se encarno, empezamos a ser hijos de Dios
Claro que hay matices
Esto significa que cualquier ser humano, nacido o por nacer, viejo joven, sano enfermo, culto o ignorante, bueno malo regular, modelo de virtudes o un monstruo de impiedad, es imagen de Dios, es hijo de Dios, puede que “un hijo muerto”, pero hijo al que Dios puede si le deja, levantar es decir resucitar cuando quiera”
Por eso su dignidad no es inmensa es infinita, es divina, la frase, de “Cuanto más conozco a los animales y las personas, más amó a los animales”, es entendible, si no se saca de contexto, claro que hay que amar a los animales, a todo lo creado, ellos son buenos y nobles, porque Dios su Creador actúa en ellos, son su huella, pero no son su imagen, no son ni lo serán nunca sus hijos
Ese ser humano que hizo cosas monstruosas, si lo es, por eso primero el ser humano, y, esto cuesta mucho
Naturalmente a cualquier persona, le gusta que se respeten sus cosas, si es autor de cualquier tipo de obra, le gusta que se reconozca, pero salvo un caso patologico. Cualquier padre, prefiere y quiere que por encima de todo se respete a su familia, a sus hijos, aunque el hijo sea un perdido, es su hijo
No olvidemos la diferencia enorme, entre el ser humano, y, el resto de la creación
