Cristo si, Iglesia no, Esta frase condensa la posición de muchas personas, que reconocen así, su distanciamiento respecto de la dimensión eclesial y católica que en otro tiempo pudieron tener
Ante esta posición, la primera reacción, casi instintiva del interlocutor creyente, es la defensa de la labor social, cultural, y asistencial de La Iglesia a lo largo de la historia en beneficio de toda la humanidad. En seguida se abrirá el debate entre posiciones irreconciliables. El disidente que presentará el catálogo de las innumerables atrocidades cometidas por la Iglesia, impropias e incompatibles con el evangelio por ella predicado. En estas controversias el intercambio de acusaciones y la defensa no acostumbran a llegar a acuerdo, ni las certezas de las verdades, ni siquiera la comprensión de la oposición del oponente. El diálogo sereno se da sólo cuando los interlocutores se escuchan y no tienen pretensión de vencer en la discusión, debería sustituir al debate polémico, siempre estéril y conducente a la fijación de actitudes más recalcitrantes
Yo entiendo la credibilidad de La Iglesia de forma distinta. No necesariamente es más creíble por la coherencia de sus miembros. Lo que la hace más creíble, es el humilde reconocimiento de sus incoherencias, contradicciones, y debilidades. Sería maravilloso para todos, creyentes y no creyentes, una Iglesia inspirada y movida solo por el Evangelio0, una Iglesia de personas santas, magnificas, entregadas, testigos generosos del amor inefable de Dios. Pero ay, podríamos sentirnos en ella con la incomodidad del pobre harapiento, que tiene miedo de manchar la silla que le ofrecen en el salón del palacio señorial
Una Iglesia en la que sólo tuviesen sitio las personas buenas, acogedoras, sinceras, autenticas, veraces, y entregadas al servicio del prójimo, sería una Iglesia en la que no caben las medianías. Una Iglesia de perfectos, seria realmente insoportable, elitista, distante e inalcanzable para quien cae y peca. La verdadera grandeza de La Iglesia no esta en la santidad de sus miembros sino en lo que estos hacen a pesar de no ser santos. O mejor dicho, lo que Dios hace por medio de ellos, siendo falibles y pecadores. Dios es el único director de orquesta que concierta y acuerda sinfonías sublimes con interpretaciones mediocres y con instrumentos desafinados. Por eso es de lamentar que algunas personas sensibles y decepcionadas con la Iglesia, la abandonen precisamente cuando son ellos, los que sienten la urgente necesidad de renovarla, porque ese sentimiento es una llamada no a abandonarla sino a hacerla mejor
Soy consciente de que la reflexión anterior se puede entender como una piadosa disculpa de las flaquezas de los miembros de La Iglesia curas y seglares para lograr comprensión y hacerse perdonar
Pero no es solamente eso. En este punto radica la verdaderas dignidad de la grandeza de los seguidores de Cristo; conscientes de su indignidad y pecado, incapaces de vivir la radicalidad del evangelio, se alegran con la misericordia de Dios que los convierte en interpretes cualificados de la sinfonía magnifica de su amor en medio del mundo. Los cristianos somos personas corrientes, nada excepcionales, decepcionantes en muchos casos, pero persistentes un día y otro en acercarnos al Fuego del Resucitado, un Fuego que calienta por dentro, da luz, y hace desvanecerse las tinieblas y tristezas de la vida
La Iglesia sus miembros laicos y curas, no estamos en medio del mundo como perfectos ni ejemplares, sino como pecadores perdonados; de nuestro inaceptables, pero aceptados en un amor que nos supera y transforma, no con aureolas de santidad sino con la alegría cotidiana de la paz en el corazón y la sonrisa comprensiva en el semblante
Presentarnos ante el mundo con una supuesta superioridad moral solamente sirve para incrementar la antipatía que suscita quien evidencia la falsedad de una vida en contradicción con la palabra predicada y el evangelio y el mensaje de Jesús. La Iglesia de ser algo tiene que ser hogar de misericordia, la casa cálida y familiar de los perdonados
Publicado en "Pobo de Deus", en gallego, por el Rvdo Padre D.Andrés García Vilariño, párroco de la colegiata, profesor de teología del Hogar de Santa Margarita, y, profesor jubilado de religión de La Escuela de formación del profesorado. En La Coruña
ahora la forma en la que este sacerdote firma en "Pobo de Deus" A.G. V.
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