Un hombre oraba ante un crucifijo, largo rato de rodillas. Entonces un amigo no muy creyente.
Cuando este acabo le preguntó
Qué has ganado todo el tiempo ahi
El hombre le respondió
No he ganado nada, pero voy a decirte amigo, todo lo malo que he perdido
He perdido mi ego,mi egoísmo ahora sé que no soy lo importante que me pensaba, y, que soy muy importante para Quien estuvo por mí, también por tí en una cruz, pero no al modo en que yo me veía importante
He perdido mi ira, mi cólera, como me voy enojar, cuando el Creador el Omnipotente acogió a sus crucificadores, cuando el Padre acogió como hijos a los que crucificaron a su Hijo, que somos amigo, tú y yo
He perdido mi desprecio, porque a veces miro mi vida, y me doy asco, me despreció, me comparó con este y el otro, y me creo nada, pero ahi de rodillas he comprendido que valgo mucho, cuando el Hijo de Dios pago mi vida, con su Vida, así que ahora sé que debo apreciarme
He perdido mi orgullo, porque he visto a Dios hecho el último
Ya ves, sigo intelectualmente igual, mi riqueza material es la misma, es posible que la enfermedad por la que empecé a orar no se cure, o si se cure, ya no importa
No gane nada, pero lo gane todo, porque todo fuera del Crucificado Resucitado es amigo basura
Del desarrollo de un pequeño cuento de la homilía del Viernes Santo en los dominicos de La Coruña