La Jerusalén celeste no es iluminada por astros, sino por El Señor Dios y el Cordero, y Ella ilumina a todos los pueblos. Apoc. En el Cielo no en el firmamento,y en su reflejo en la tierra que es La Iglesia, no los curas, La Iglesia, no los laicos, La Iglesia, quien muestra La Verdad, quien ilumina para que los que viven en Ella no tropiecen, y los que están en primer estadío, si tropiezan y caen, se puedan levantar
No son los grupos humanos por mucho poder que tengan, o se otorguen, no es cada uno, no son los sabios, Quien ilumina es el Sol de Justicia, es el Señor Dios y el Cordero, el Cordero degollado y en pie, porque con su Sangre compró para Dios pueblos enteros, El Cordero muerto y resucitado, Él que abre el Libro de la vida, para que todos los nombres vuelen a inscribirse en él. El Cordero que es Jesús muerto y Resucitado. Aquí en La Iglesia nos ilumina por su Palabra, Biblia y Tradición viva, recibida de los pechos de su Esposa, La Iglesia que es también su Cuerpo, por el Magisterio ordinario y extraordinario, del hombre pecador que quiso en su lugar. Que por cierto a día de hoy, y Dios quiera que por mucho tiempo se llama Francisco
Los astros es decir los que pretenden iluminar fuera de eso, son como planetas sin norte, están fríos y solo tienen muerte, si no vuelven a girar en torno al sol.