sábado, 18 de junio de 2022

Una amiga de María

 

Una amiga de María, nos habla de la curación del leproso y de Zaqueo
Hola me llamó Raquel, y soy de Nazaret, conozco a María la madre del Rabí Jesús desde niñas, pero no voy hablar de mí, si no de María
María tiene algo, que no sabría expresarlo, nunca fue como éramos las demás, y, sin embargo era una niña como todas, normal normal, le tenía mucho miedo las culebras, a las víboras, pero sobre todo le espantaba la hacía llorar el mal que veía
Lo que no perdía nunca era la alegría, incluso cuando lloraba
Se casó con José un buen chico, y, más parecido a ella imposible, y, tuvieron un niño, solo uno, lo que es extraño entre nosotros, y, un día ya muerto José. El chico se largo como rabino itinerante
Yo entonces ya no vivía en Nazaret, sino con mi esposo Elías en Jerusalén, bueno en una aldea cercana, pero siempre que podía, iba visitar a los parientes que  tenía en el pueblo, y, visitaba a María. Naturalmente la primera vez, le dije que no me parecía bien, que su hijo, hubiése dejado la carpintería, y, se hubiese metido a lo que no era asunto suyo
María me dijo, que su hijo, es decir Jesús, sólo estaba cumpliendo la voluntad y el deseo de su padre; yo me callé, porque los deseos de los difuntos si no van contra el querer del Eterno, deben cumplirse, pero no pude dejar de pensar; “porqué`el bueno de José, habría tenido aquella idea tan rara”
Me convertí en una observadora del hijo de mi amiga
Aquel día yo estaba mezclada con un grupo de sus seguidores, cuando llegó un leproso
!Que pestazo¡, el pobre hombre, que sabía que era impuro, se echo rostro a tierra, para que no se viese su rostro desfigurado.
Todos nos alejamos todo lo que pudimos, bueno algunos salieron volando
El hombre alzó apenas los ojos y miró al hijo de María y de José, y, dijo casi en un murmullo
“Señor si quieres puedes limpiarme”
Yo, pensé pobrecito, su corazón se está quedando sin inteligencia, no se da cuenta que es un rabino, como lo va limpiar si no hay cura para la lepra, pero además porque le llama Señor, solo es Señor el Eterno, y, por el Eterno cuando séa envíado su Mesías, pero no el hijo de mi amiga María
Yo esperaba que Jesús se alejase no lo había hecho, y , que le dijese lo siento, rezaré por tí, pero ni soy Señor, ni curo la lepra, pero sucedió todo lo contrario. Avanzó hacia él, lo alzó del suelo le toco, lo beso y le dijo, “Quiero queda limpio”
Yo sentí un escalofrio, no sabía Jesús que aquel gesto lo había vuelto impuro, mire de nuevo, al lado de Jesús, estaba el leproso, bueno él que lo había sido, y, que ahora estaba hermoso como un niño
No entendía nada, o no quería entender
Paso el tiempo, y, tuvo lugar otro hecho que nos desconcertó a todos, se trataba de Zaqueo, un hombre que se había hecho publicano, y había llegado a jefe de los mismos, y, se ganaba la vida, esquilmando y robando al pueblo, se había hecho muy rico, pero salvo los de su calaña, y, los romanos se trataban con él, vamos nadie decente, ningún buen judío
Por eso cuando aquel día, Jesús lo invito a bajar del árbol en que estaba subido, todos yo la primera pensamos que lo iba reprender publicamente, vamos como hacían los profetas
Pero en lugar de eso, le dijo que quería hospedarse en su casa. Aquello nos escandalizó, porque Jesús sabía lo que hacía Zaqueo, porque lo sabía todo el mundo; yo como soy optimista me dije, que seguramente sería para afearlo en su casa, delante de su familia y sirvientes, y, para dejarlo plantado, diciéndole que como dice el primer Salmo, “El hombre temeroso de Dios no se sienta en la mesa de los pecadores”
Yo no podía ir a la comida, pero tenía una cierta amistad con una de sus esclavas, y le pedí me contase lo que sucediera allí
Katania, que ese era el nombre de la esclava, que era Nubia, y, seguía aún con sus dioses. Me lo contó todo
La comida había sido normal, habían reído, bebido, cantado y bailado, Jesús bailaba y cantaba muy bien
De pronto Zaqueo se había plantado de pie delante de Jesús, como  si fuese un esclavo, o un criado que va rendir cuentas a su amo, y, mirando a Jesús, llorando como un niño, le dijo
Señor desde ahora la mitad de mis bienes a los pobres, y, a todos los que he robado, les voy a devolver el cuadruplo
Jesús lloraba también, lloraba y sonreía, miraba al Cielo, y, decía gracías, Abba, gracias Papá. Nadie hay que iguale tu bondad y tu Misericordia, amas a todos
Luego abrazo a Zaqueo, y, le dijo
Hoy ha llegado la salvación a tu casa, tú también eres hijo de Abraham
Yo escuchaba contarlo a Katania, y, entendía menos que ella, primero a ver si Zaqueo cumplia lo que habia dicho, seguro que no, habría hablado así por el vino
Pero luego Jesús, quien se creía que era para decir que la Salvación es decir el Eterno, había entrado en aquella casa; pero es que a este chico, no le enseñaron en la escuela de la Sinagoga, que Dios rechaza a los impíos, y, luego que está muy bien, que quiera a su padre, a José, pero es que esas palabras, que le dirigió mirando al Cielo, solo se pueden decir a Dios
A ver si va ser cierto, lo que dicen algunos de que se está volviendo loco
Pues bien, Zaqueo cambió, cumplió lo prometido, y, se convirtió en el hombre más justo y generoso
Yo seguía desconcertada sin saber quién era Jesús,  bueno sabía que era el hijo de mi amiga María y de José, pero intuía algo más
Aquel día, tras hacer un milagro, el grupo de los perfectos de los que van de buenos por la vida, lo acuso indirectamente de connivencia con el diablo, con Belcebu
Él lejos de amilanarse les plantó cara, los reprendió, yo no me contuvé y aplaudí, pero no pude quedarme callada y exclamé
“Dichoso el vientre que te llevó, y, los pechos que te amamantaron”
Cualquier otro hombre  o mujer agradecería aquel elogio a su madre
Jesús no, o eso es lo que me pareció
Porque se volvió a mi, y me dijo
“No digo yo eso, si no, dichosos los que escuchan La Palabra de Dios y la guardan”

Qué había querido decir, que su Madre María no merecía aquel elogio por mi parte
Me fui a Cafarnaún donde vivía ahora María, y, se lo conté, ya sé que no está bien ser cotilla, y, malmeter entre madres e hijos, pero no me pude aguantar
María ni se inmutó, es más me dijo, tiene toda la razón, solo importa una cosa aceptar, acoger y guardar la Palabra de Yhv. Entonces me contó, como había sido el nacimiento y la concepción de Jesús, pero pidiéndome no dijese nada, y, me contó que recién embarazada fue a visitar y cuidar una pariente lejana, que se había quedado embarazada en la vejez, la madre del profeta Juan el bautista, él que asesinó Herodes
Isabel, ese era el nombre de la madre Juan, me dijo María me dijo palabras que yo no entendí, y, una que me desconcertó un poco, pero que es muy parecida, a la que te dijo mi Niño
“Dichosa tú porque has creído, porque se cumplirá lo que El Señor te ha dicho”
Es decir, yo habría entendido lo que me dijese. “Dichosa tú, porque Dios te ha elegido como Madre de su Ungido”,
“Pero después orando en mi interior como me enseñó mi padre Joaquin, El Eterno trajo a mi mente, el anuncio del Arcángel, y, recuerdo sus palabras
Me pidió que no tuviera miedo, que me alegrase, porque Dios me había hallado en Gracia ante él
Te confieso Raquel que aún me dio más miedo, y, ore internamente, para que Dios alejase aquello de mí, si era un engaño del demonio, porque ya sabes lo que nos enseñan los rabinos que todos nacemos manchados por causa del primer pecado.
Bueno Jesús un día me explicó que conmigo había hecho una excepción. Pero ahora no quiero hablarte de mí”.
María me contó muchas otras cosas, como el motivo por él que no había tenido más hijos, Dios la había convertido  en el Arca de la Alianza, y, eso impedía José poder unirse a ella, además ya lo decía la Escritura
“Esta puerta esta cerrada, porque ha salido por ella el Señor Dios de Israel, y, ningún hombre entrará o saldrá por ella”
Voy a ser sincera, no creí nada, no es que pensará que María me había mentido, no sabé como se hace, pero sí, que había perdido la razón
Poco tiempo después Jesús fue condenado como blasfemo a muerte de Cruz, yo ni fui de los que pidieron su muerte ni de los que miraron a otro lado, ni de las amigas que acompañaron a su madre al pie de la cruz
Me hallaba entonces en Damasco, con una hija casada que iba dar a luz, cuando regrese era la fiesta de Pentecostés, allí El Espíritu por medio de los amigos de Jesús me lo explico todo
Jesús no solo era el Mesías, era el Verbo La Palabra eterna de Dios el Hijo de Dios, Maria redimida de modo extraordinario, sin saberlo, había buscado toda la vida, conocer y guardar la Voluntad del Eterno, El Verbo ya vivía en su corazón, solo tenía María un deseo y una intención, servir a Yhv en todo
Y, por eso Dios la había escogido, para que el Verbo se hiciese carne en sus entrañas, para que fuese su Madre, naturalmente si antes no lo hubiese acogido en su corazón, nunca lo habría acogido en su útero
No penseis que yo entendía, no, no entendía nada;  pero si lo creía, me bautizaron, y, María mi amiga, la Madre del Señor Jesús, La Madre de mi Dios, se convirtió en mi Madre, en Mi Hermana mayor, en mi Señora, y, no dejó de ser mi amiga.