Siempre estamos en espera, hasta el Día de La Victoria, el Domingo eterno
Jesús está con nosotros; lo ha dicho él mismo, “Yo estaré con vosotros todos los días” por eso es el Enmanuel, pero al mismo tiempo que está no está, estamos a su espera
No, está porque nuestra unión con él no es perfecta, porque aun estamos apegados al mundo a la carne, es decir a nuestra debilidad
Porque aunque sostenidos por su gracia, aún nos cuesta aceptarlo por Señor, es decir obedecerle, y, así hay momentos en que lo echamos fuera; aunque nunca se va del todo
Pero en cada instante hemos de vivir esperando que por fin reine en nosotros de modo definitivo y perfecto; que el mundo lo conoza y le sirva o sea echado a las tinieblas por su desobediencia, todo eso que nos describe el Apocalipsis, el triunfo definitivo del bien, pero del Bien, eso que Jesús gano con su vida, su muerte y resurrección, y, que ya está latente, como el niño que esta en el utero de su mamá, ya está ahi, ya es, pero el mundo su familia no podrán decir a las gentes que lo tienen hasta que nazca, así nosotros tenemos a Jesús, pero esperamos tenerlo en plenitud, y que el Mal sea ante todos ya derrotado definitivamente, y, ese es el día de La Victoria que en realidad fue el primer Domingo, o mejor dicho el viernes anterior, pero que nosotros viviremos en la Parusia el día de la Victoria final, cuando el Mal sea encadenado para siempre, y ese día será el Sábado eterno, pues Dios entonces si descansará, y, será el Domingo eterno, porque ese día, eterno, sera enteramente del Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte, y, nosotros si le hemos dicho que sí, estaremos venciendo con él