La humildad de la luz y de la sal
Jesús nos manda ser luz y sal de la tierra, la luz y la sal, tienen unas características comunes. Son humildes, actúan, son necesarias, se nota su falta, pero cuando están en su justa medida, no se notan, nadie las elogia
La sal potencia el sabor de los alimentos, pero nadie dice, “que rica esta la sal, o que bien sabe la sal de este asado; sino que sabroso está este asado”, lo mismo luz, ilumina ayuda a poder ver las cosas, pero nadie dice, que luz tan buena, que bien se ve, si no que claro está el día, que flores tan lindas, o que clara que iluminada esta esta habitación, que hermoso cuadro”
Del mismo modo cuando hay demasiada sal, no se la alaba, lo que suele decirse es, ésto no se puede comer, es pura sal, y, la luz si hay mucha deslumbra
Los cristianos tenemos pues que ser sal, que desde dentro de la sociedad potencie la verdad que El Creador ha puesto en ella, no salitrarla con nuestras cosas, ni dejarla sosa como esta ahora
Y, debemos ser luz, mejor dicho lunas que dejen pasar La Luz del Sol que es Cristo iluminandolo con nuestra vida.