Si los de Emaús no hubieran acogido al forastero no lo hubieran acogido a Él.
Los dos de Emaús pudieron pasar de largo del extranjero que los interpelo en el camino, pudieron decirle que hablaban de cosas privadas, tenían todo el derecho, el extranjero se habría ido, y, ellos habrían seguido tristes, sin esperanza, no habrían vuelto con los suyos, pero respondieron, claro que una vez que el extranjero, demostró que educación la justa, y, tirando a poco, se entendería lo mandasen irse de su lado, con cajas destempladas, y, hubieran seguido rumiando su dolor, su desesperación, por suerte no lo hicieron
Pero, por qué invitarlo a cenar con ellos, que siguiera su camino, eso habríamos hecho muchos. De haberlo hecho, les habría quedado un regusto semi dulce, pero poco a poco, lo olvidarían y volvería la tristeza, pero lo invitaron a entrar, y, entonces descubrieron que era Él, y, es que siempre que acogemos a otro, lo acogemos a Él.