La última palabra no la tienen ni el pecado ni la muerte, la Última Palabra que es en realidad la primera sólo la tiene el Padre.
El pecado por grave que sea, por horroroso que sea, no tiene la última palabra, todavía no hay nada perdido, Dios puede hacer si el pecador le deja, del más impío el más grande santo, la muerte tampoco tiene la última palabra, porque ha sido vencida, La Última Palabra, que en realidad es La Primera, la tiene sólo el Padre.
Esa Palabra es La Palabra con la que crea, con la que creó el mundo, con la que conserva las cosas.
Esa Palabra es aquella para la que lo creó todo, Esa Palabra, es la que nos salva.
Esa Palabra, también llamada Logos, Verbo, es su Hijo eterno, consubstancial a Él, Dios como Él, siendo el mismo Dios.
Esa Palabra, ese Verbo engendrado eternamente, es gracias a la obediencia de una chica judía, ahora también carne, un ser humano.
Esa Palabra es Jesús, un paisano, un judío como los que mató, Hitler, un hombre el hijo de María, de Dios y de José, Él es la Palabra definitiva del Padre, la que salva, la que ha vencido al pecado y a la muerte.
