sábado, 12 de diciembre de 2020

Pobre en el espíritu es el mendigo de Dios


Pobre de espíritu es el que se siente mendigo de Dios
Es decir él que es consciente de no tener nada suyo, pero no relativo a los bienes materiales, no relativo a todo, a la salud, a los amigos, a la Gracia, a la Fe, a la Esperanza, al Amor, de saber que todo, absolutamente todo lo que  tiene y lo que es, lo ha recibido, y, lo ha recibido sin merito por su parte, sin contrapartida, que por ello, Él que se lo dio se lo puede reclamar, se lo puede sacar.

Es saber que lo que tiene es para compartir, para servir
Es sentir que no puede ir a Dios con exigencias, menos con amenazas, ni con promesas tontas, que sólo puede implorar como implora un mendigo ante un rey, o mejor como un niño chico a su padre, sabiendo que depende en todo de su Amor y Misericordia, y, con la certeza de que El Padre Dios no falla, el rey puede fallar al mendigo, Dios no falla nunca.