Cómo librarnos de la generación perversa.
En primer lugar dejando a Dios ser Dios, dejarle que cambie, que transforme el primer miembro de la generación perversa, que es nuestro corazón, es decir dejando que Dios nos purifique cada día, cada instante
Buscando su voluntad en la oración
Poniendo a Dios en el centro de nuestra vida, buscando hacer lo que le agrada, y, no guiándonos por mayorías ni minorías, recordando que somos su imagen, y, por tanto solo a él pertenecemos no dando a nadie, lo que sólo es suyo
Guiándonos por su Palabra, no por las modas del momento.