A los de Emaús les arde el corazón con La Palabra, pero sólo
lo conocen al partir el pan
Desde el momento en que se encuentran con Él, con el
desconocido petulante, él que les llama necios, y, empieza explicarles Las
Escrituras notan algo, sienten un calorcillo interno, se dan cuenta de que era
eso, lo que andaban buscando, pero aún
no lo tienen a Él les falta algo, algo importante, pero cuando lo han
invitado a quedarse, y, él parte el Pan, ahí en La Eucaristía, ahí lo reconoce,
ahí tienen a su Maestro, ahí saben que vive
Del mismo modo nosotros
En el estudio de la Biblia, en la oración personal y
bíblica, sentimos que esta cerca, salvo cuando esta juguetón, y, se nos
esconde, pero de cualquier forma por la fe, sabemos que está ahí
Pero es en La Eucaristía, sobre todo en La Comunión donde,
sabemos que vive, o que somos idiotas, pues si Jesús no estuviese en el pan,
seríamos unos imbéciles idolatras que adoran y hablan, a un trozo de pan, y,
una copa de vino
Si los de Emaús, se
hubiesen despedido del petulante, nunca hubieran sabido quien era, las palabras
que les quemaban el corazón se acabarían apagando
Si leemos aunque sea de forma orante La Biblia, como
cualquier otro libro de espiritualidad, si, no lo llevamos a la vida, si no
acudimos a La Eucaristía, poco a poco será letra muerta
Y, hasta se puede dar el caso, de que digamos, que perdimos
la fe, por culpa del estudio de la Biblia, cuando la perdimos por no tratarnos
con su Fuente