Presentación en el templo
Lo cuenta Lucas, al cumplirse el
tiempo en que debía ser consagrado al Señor, lo llevaron a Jerusalén para
cumplir lo que ordena la Ley del Señor, y, ofrecer en sacrificio un par de
tórtolas o dos pichones…había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y
temeroso de Dios, El Espíritu Santo, estaba en él, y, le había dicho, que no moriría sin ver al
Mesías del Señor, movido por el Espíritu fue al Templo, y, al entrar los padres
con el niño, lo tomo en brazos y bendijo a Dios diciendo
Señor, ahora puedes dejar ir en
paz a tu pueblo, porque mis ojos han visto al Salvador que nos envías.
Luz para iluminar a los gentiles
Gloria de tu pueblo Israel
Luego bendijo a sus padres y dijo
a María
“Este niño está puesto para ruina
y salvación de muchos en Israel, será una bandera discutida, muchos caerán y se
levantaran por su causa, y, a ti una espada te traspasará el alma”
Luego apareció Ana una mujer de
84 años, viuda que vivía en el Templo
con oraciones
El Levítico ordenaba dos cosas,
la purificación de la madre durante 40 días por la sangre perdida en el parto,
y, que lógicamente se suponía en todas las mujeres, María sin desvelar el
misterio no podía saltarlo, y la presentación del primogénito del primer hijo,
que no indica que después hubiera otros, o dejará de haber, de esperar a otros,
no se podría presentar a los 40 días. Esto era un agradecimiento a Dios, una
forma de censo, se hacía también con los animales, pero si eran puros se
sacrificaban, el niño en su lugar se pagaban 5 siclos la ofrenda era por la
mamá
Jesús tampoco tenía que pagar
nada, Él es el Templo verdadero, y, además Él se iba inmolar por obedecer a su
Padre
Lo mismo que en la circuncisión,
María y José cumplen estas leyes, el rescate de Jesús, le tocaba a José, porque
son buenos judíos
Allí se encuentran con Simeón, de
quien dice el texto sagrado que esperaba
al Mesías, que El Espíritu Santo estaba en él, luego era santo, estaba en
gracia, había sido santificado, él reconoce al Mesías en el bebe que vienen a
presentar, y, alaba a Dios por ello
Luego anuncia el sufrimiento a
María, y, que Jesús el bebé no será nunca alguien indiferente, Él lo dirá 30
años más tarde, o con Él o contra Él, pero también los que caemos nos
levantamos por Él
El texto es verdad pero no
histórico a nuestro estilo Ana, no es un personaje físico, no había mujeres en
el Templo judío. Ana, es el pueblo judío que vivó feliz cuando era libre para
practicar su fe, con su Esposo Yyv,
ahora llora su viudedad, su soledad en su pueblo en Israel mandan los
idolatras, un tiempo largo de dolor, pero de dolor que purifica que lleva a
Dios, por eso ahora que reconoce al Niño, no puede dejar de decirlo a todo el
mundo. Lo sigue diciendo porque ahora Ana, rejuvenecida es La Iglesia, somos
cada uno
Y, ¿A quién habla Ana, a todo él
que quiera oír?