El ciego de nacimiento
Es una figura que se puede ver,
desde muchos ángulos, incluido el del parecido con la conversión de Saulo de
Tarso, pero como este ya lo toque en el estudio de Juan, voy intentar verlo
desde otro punto de vista, o mejor ver lo que Dios me dice por él
Prescindo de la mayoría de los
personajes que le rodean salvo en lo esencial, excepto de Jesús, porque sin Él
se cae todo, y, le voy dar un nombre a
mi amigo el ciego, como es judío le voy llamar, Jonás
Jonás nació ciego, seguramente sus
padres fueron los primeros que pensaron era un castigo, entonces no era buen momento para no tener todos los
sentidos, así que tan pronto el niño pudo caminar y decir algo más que mamá y papá, lo pusieron a pedir, no tenían
otra solución. A Jonás le estaba prohibido ir al Templo, era impuro al ser
ciego, solo podía celebrar la pascua. Seguramente nunca se preguntó ni maldijo su suerte, no echaba en
falta la luz, porque nunca la había tenido, había oído hablar del Mesías, pero
seguramente no esperaría mucho en él; cuando venga se diría se pondrá del lado
de los de siempre, tampoco leía Las Escrituras, no existía el braille, pero si
tenía un oído finísimo, y, no le gusto
aquella conversación, en la que unos jóvenes hablaban con otro, de si él el
ciego habría pecado para nacer así, o si lo habrían hecho sus padres,
“valientes imbéciles”, pensó, como iba pecar él, en el vientre de su madre, y,
sus padres eran buenos judíos, había nacido ciego, Dios sabría porque, no era
asunto suyo, hacerse daño buscando los motivos. Le gusto ya más la respuesta de
otro joven. Excusando su culpa, y la de sus padres. Después le puso saliva y
barro en los ojos, esto ya no le gusto, y menos la orden, “ve y lávate en la
piscina de Silohe, Silohe quería decir enviado. No supo bien porque, pero fue
se lavó, los ojos, y, de pronto fue como si naciese, lo vio todo, bendijo a
Dios, aquel día no había sido muy bueno, era sábado, y no había tenido muchas
limosnas, muchos consideraban que no debía pedir limosna en Sabat, ya que era
como su trabajo, otros consideraban que el hecho de arrojar la monea, ya era
algo que no se debía hacer en Sabat. Y, ahora este regalo, esta bendición tenía
que encontrar a su benefactor, lo conocería por la voz, pues no había visto su
rostro
Arrojo su bastón al suelo, se
puso a correr como un loco, entonces las gentes lo conocieron
Y, vinieron los de siempre, y, lo
interrogaron, una y otra vez, como había recuperado la vista, y, él se lo dijo
una y otra vez, y, cuando supo el nombre de su benefactor, lo dijo también
Y, empezaron a decir que no
era el ciego, si no un parecido, y, él
les grito que era él, llamaron a sus pobres padres que no pudieron decir más,
que, si que era su hijo, pero nada más sabían
Parecía que le tenían envidia,
por último ya hartos le soltaron
“Da gracias a Dios, nosotros
sabemos que ese hombre es un pecador”
Él no se iba poner a discutir con
aquellos letrados, pero tampoco a callar
“No sé si es pecador o no, lo que
sé es que era ciego y ahora veo, vosotros decid que Dios no escucha a los
pecadores pero si uno es justo y hace su voluntad a ese lo escucha, si fuese un
pecador, no podría haberme devuelto la vista”
De nuevo le dijeron
Vamos a ver, cómo te devolvió la
vista
“Ya os lo he dicho, es que queréis
ser sus discípulos”
Fuera, fuera, sé tu su discípulo
nosotros lo somos de Moisés, a quien sabemos le habló Dios, de ese nada sabemos
Y se vio, Jonás fuera de la
sinagoga, excomulgado convertido en un
maldito, por los buenos
Y, entonces lo encontró Jesús,
sus ojos se cruzaron. Y Jesús le pregunto sonriendo
¿Crees en el Hijo del
Hombre? Jonás conocía, de haberla oído
la historia del profeta Daniel, pero ni creía ni dejaba de creer no sabía quién
era, ni entendía lo que significaba, a lo mejor pagaba la pena creer en él, o
tal vez fuese como los piadosos que lo acababan de expulsar
Miro a Jesús, y, pregunto. ¿Quién
es”
Jesús le respondió, “Soy yo, Él
que habla contigo”, aquel “Yo soy”, sonó como había sonado en el Sinaí, y, el
hombre que no sólo había recuperado la vista del cuerpo sino la del alma, lo
entendió supo, que solo La Luz puede dar la Luz, y cayo de rodillas
“Creo Señor”
Ahora veía para siempre, para eso
Dios lo había dejado nacer ciego, para mostrar su gloria, allá quedaban los
agarrados a viejas costumbres los que creían ver, y seguían ciegos