domingo, 21 de abril de 2024

El Padre manda escuchar a Jesús

 

El Padre mandó escuchar a Jesús, su Hijo amado

No a sus siervos Moisés y Elías esos están para llevar a Jesús

Cuando la Nube, que simboliza al Espíritu Santo, a la Ruhah divina, envuelve, cobija, arropa como una Madre a Juan, Jacobo, y Pedro. La Voz del Padre, aunque se dice, “Una Voz” sabemos que es la del Padre, porque nos habla del Hijo

Es una Voz que manda

Este es mi Hijo amado, mi Predilecto, escucharle”

Hijo amado, y Predilecto, porque es Uno con él, eso lo sabremos por Juan, Hijo amado y Predilecto, porque acoge y hace realidad su Voluntad, porque por Amor a Él, al Padre, acepta su Éxodo, su Cruz, el Padre manda escucharle, escuchar no es sentarse a oír y aplaudir, escuchar en la Biblia, es obedecer, el siervo, el hijo, el súbdito, escucha al Señor, al padre, al rey, para cumplir su encargo, para obedecer, escucha atentamente para no equivocarse en la misión, los discípulos, los cristianos tenemos que escuchar a Jesús, para obedecerle, para llevar a cabo su misión

El Padre, no les manda que escuchen a Moisés, ni a Elías. Les manda que escuchen a Jesús, Moisés y Elías llevan a Jesús, pero no importa lo que digan, importa lo que dice Jesús, sus palabras tienen que disolverse en La Palabra que es Jesús

Y, esto no es para Pedro y compañía, esto Dios Padre me lo dice hoy a mí, no solo respecto al AT, respecto a todo, toda mediación, toda revelación, toda devoción, todo, me tiene que llevar a Jesús, a escucharle y obedecerle a Él, y Jesús hoy vive en su Iglesia, y en su Iglesia me habla hoy por su siervo Francisco, por eso escucho y obedezco al Papa

Me habla por mi conciencia

Me habla por su Palabra

Pero el Primer lugar es sin interferencias

Ese es el Camino mandado por Dios, escuchar a Jesús, no a santitos, ni a chalados que oyen voces, o tienen revelaciones, o vaya usted a saber

Moisés y Elías importantes, pero para llegar a Jesús

Él único que me puede sacar, que me saca que nos saca, del Verdadero Egipto, y nos lleva a la Verdadera Jerusalén

Reflexión personal 17 de febrero 2024