Salir de “nuestra jaula” y dejar de vernos como el centro del mundo. De un cuento de Mamerto Menapace
Las aves críadas en cautividad, los pájaros que están en sus jaúlas, no son conscientes de que no son libres.
Así le pasaba al canario, Tenerifin, y a la alondra, Ladronil, ambas aves tenían sus jaulas colgadas de balcones vecinos, eran una jaúlas grandes, doradas, no, no eran de oro, pero refulgían como sí lo fuesen.
En ellas las aves se paseaban de extremo a extremo, y pensaban que ese era todo el mundo, que ellas eran en sus jaúlas respectivas, dueñas y señoras, bueno dueños pues eran machos.
Cantaban siguiendo su instinto, llamando a su hembra, que claro está no venía, pero eso no les preocupaba. Además como eran aves “cristianas”, y conocían el Evangelio de escucharlo leer a unos humanos que debían de ser sus esclavos, pues les limpiaban “su país”, es decir su jaúla. Pues sabían que Dios alimenta a las aves, que no han de trabajar.
Tenerifin, y Ladronil, solían hablar de “jaúla, a jaúla”, comentando lo bien que vivían en sus respectivos países.
Un día pasó por allí de camino, volando un pájaro muy hermoso, negro y blanco, dijo que se llamaba “urraca, pikaza, grajo, pega”.
Este alabó sus jaúlas. Y les dijo
“Entiendo amigos, ustedes ahí lo tienen todo, pero solo en apariencia, es verdad que en el mundo, uno tiene que buscarse el alimento, ya sea grano, frutilla, o insecto o gusano, que Dios no lleva nada al nido, cierto que ayuda a encontrarlo.
Calla blasfemo dijeron a corro las avecillas, Dios nos da el alimento directamente en nuestra “patria”
Amigos, volvió a decir la urraca, eso es una jaúla, y quien se lo pone es el humano, que los ha esclavizado, enjaúlado para que canten para él
No sabes lo que dices, dijo Ladronil, nosotros somos libres, mira. Y dicho esto ejercito un pequeño vuelo, en su hancha jaúla.
Pero el mundo, dijo de nuevo la urraca es más grande, volar, subir casí hasta los Cielos, buscar la comida, perdonar la vida a un gusano padre, incubar los huevos con tu pareja, y ver salir a tus polluelos, enseñarles a volar; claro que hay peligros hay otras aves que nos buscan para comernos, no son malas pero ese es su oficio, y hemos de escapar, si Dios no tiene prevista otra cosa, y lo mismo de las plagas de los humanos; pero somos libres, ustedes ahí en sus jaulas no, lo son
Y, dale aquí lo tenemos todo, somos libres, y no sabemos sí lo que dices es verdad
Me ven a mí, pues eso ya es suficiente. Prueben, sí no les gusta vuelven.
Por qué no se dijeron las aves, es decir el canario, y la alondra. Aunque solo sea por tener argumentos contra este entrometido
La urraca les ayudó con su pico, a salir de sus jaulas, al principio se vieron casi mareadas, iban volando de un sitio a otro, las gentes los miraban extrañados. Pensando y con acierto que tenían que haberse escapado de alguna jaúla. Siguieron volando y llegaron a un bosque, en realidad era un jardín, la urraca les dijo, que debían de hacer un nido, no sabían lo que era, pero enseguida les vino a la memoria, a su memoria ancestral, y cada ave empezó a construír su nido, y llamar con su canto a su hembra, que tardó pero vino, y examino el nido, la del canario, lo derrumbo, y trajó material para hacer otro.
Había que buscar el alimento, y no era fácil, pero si hermoso, también competir con las águilas, y otras aves de presa.
Cuando llegaba la noche, daban gracias a Dios, su vida ahora no era cómoda, pero eran libres, libres, con lo que esa bendita palabra significaba,claro que sí llovía se mojaban, a veces pasaban una poquita de hambre, tenían que preocuparse de los polluelos, evitar no ser comidos o cazados. Y, bueno se dijo el canario, la verdad es que él nunca se había sentido esclavo, ni prisionero. La alondra desde su nido le respondió que ella tampoco, bueno él, pero es que en realidad era porque no conocían otra cosa, pero bendito el día en que la amiga urraca, había ido, a abrirles los ojos.
Pues yo, sabes que pienso, dijo el canario, que no nos hizo ningún favor, yo era lo bastante libre, y feliz, y me vuelvo a mi tierra, aunque lo llamen jaula.
Su hembrita, o esposa pájaro. Le dijo que ella no le iba acompañar, no quería que sus hijitos acabasen en jaulas, que decidiese escoger
El canario escogió volver. Y volo hasta su antiguo hogar donde fue acogido con cariño, y de nuevo enjaulado. Ahora canta un canto triste en su jaúla, ya no tiene ni a su amiga alondra, a veces piensa en su familia pajaril, pero pronto se dice que hizo bien, él es libre ahi, pero lo cierto es que no, hasta sus carceleros deciden cuando ha de dormir, echando una tela sobre su jaula.
Mientras su esposa canario, y su amigo alondra con su esposa, vuelan y enseñan a volar a sus avecillas, tienen que luchar, pero son libres
A los humanos como demostraba el cuento de Mamerto Menapace en él que se inspira esta historia, nos pasa algo parecido.
Muchas veces vivimos en jaulas, de comodidad, acomodamiento al mundo, ignorancia aceptada, egoísmo... Y cuando “una urraca” nos avisa de que estamos enjaulados, a veces volamos un poco fuera, algunos se quedan volando libres, pero otros, prefieren seguir esclavizados, y pensar que son libres, Cuando en realidad es que no lo son. Que la libertad tiene riesgos pero es hermosa.
Ahora toca pensar sí tú y yo somos aves que vuelan libres o pájaros enjaulados, si es así, hacer caso a la urraca, es decir a Jesús, que nos viene a decir, que nos dejemos desenjaular, y volemos con él libremente.
Fin