La oración. Relato
Doña Aurelia y Doña Teresa eran amigas, aunque nunca supe bien que unía aquellas dos mujeres; y no me refiero a clase social, eran de la misma, sino a algo mucho más profundo.
Un día Doña Aurelia, mientras tomaban un café en su casa, preguntó a su amiga.
Oye, Teresa tú por qué rezas tanto, vas a la iglesia todos los días, y a veces cuando coges el teléfono, me dices tarde en coger la llamada, porque estaba rezando, tanto tienes que pedir a Dios, y te lo concede todo; porque a mí no.
Doña Teresa, bebió un sorbo de café, y con una sonrisa respondió a su amiga
Ay Aurelia yo rezo muy poco, aunque lo que debería hacer es más oración, y qué le pido a Dios, pues nada, me ha dado y me da tanto todos los días, que se me va el tiempo en darle gracias, por todo aquello de lo que soy consciente, y luego me miro veo mis fallos, y que pese a mis culpas me siga dando, y le digo, “piedad, misericordia, luego calló, y desde el corazón le gritó. “Aquí me tienes”
Doña Aurelia, escuchaba absorta. Por fin, tras terminar su taza de café. Preguntó a su amiga
Y de qué das gracias que te da.
Pues lo mismo que a tí, amiga, la vida, el aire, el mar, el cielo azul, las gaviotas...la familia, la salud, el trabajo, y una amiga llamada Aurelia. Y por supuesto la más importante La Fe, saber que volveré a ver a los que amé, no que amó y que partieron hacia Él
¿Y crees que eso te lo da Dios, pues familia tu esposo te abandonó, tu vida no es mala, pero tampoco la de una reina, y en cuanto a los que se fueron quien sabe, yo soy tu amiga, pero no creó que Dios tenga nada que ver ahí, nuestra amistad nació de otro modo. Y lo que entiendo menos es que digas te pones a sus disposición, para qué. No eres una monja?
Aurelia no me hagas reír, todo lo bueno viene de Dios, y lo que nos parece malo, pero no lo es también. Y Dios tiene que ver en todo, nuestra amistad estaba en sus planes, a lo mejor para esta conversación no sé. No tengo dudas de que volveré a ver a los míos que se fueron; me lo garantiza Él que no miente. Y en cuanto a lo de la disposición fuimos creados para servirle. Pero lo que importa no es el decir, “Aquí me tienes”, si el estar de verdad. Tú Aurelia lo estás, nunca me fallaste cuando te necesite, te ocupas de esa vecina que ha sido abandonada por su esposo, y se niega a salir de casa, y tú le subes a hacer compañía y le llevas un caldito, o unas pastas con café, luego vas también a ver a la vecina que tiene 4 críos siempre le llevas algo, no te importa que los demás la miren mal, y sonríes cuando te dice que su marido siempre está de viaje pues es marino, piloto, cada día le da un oficio, tú como todos sabes a que se dedica, y que los niños son surtidos, tu Aurelia y me calló lo de tu sobrino al que cuidas como a un hijo. Tú eres mejor que yo, no le dices aquí me tienes, tú lo estás.
Oyé Teresa quien te dijo, que yo iba visitar a esas vecinas, porque yo no, no habló de ello con nadie, ni con Luis(Luis era su marido)
Nadie, me lo dijeron ellas, la separada un día que vine a verte y no estabas, y me la encontré en la escalera, la otra muchacha hoy mismo que entraba con los niños en el portal.
Va eso no es nada, Vamos a ver si Luís acabó de enseñar a tu pequeña a resolver el problema de la escuela.
Vamos por cierto sí quieres mañana venir conmigo a la iglesia, no a Misa, a estar con Él unos minutos.
Con Él. ¿Te refieres al párroco?
No, mujer me refiero a Jesús en el Sagrario
Pues sí, iré
Al día siguiente las dos amigas fueron juntas a la iglesia, Doña Aurelia repitió algunos días, luego lo dejó no le veía sentido. Doña Teresa no le insistió, no sé si algún día volvieron a tener una conversación parecida, se que su amistad duró hasta que la muerte se llevó a Doña Aurelia, y que en ese momento su amiga Teresa estuvo con ella, y le acercó a un sacerdote, y le habló del Cielo.
No sé si están ya en el Cielo, o aún están en “el salón de belleza”, por eso pido por ellas.
Porque estas dos señoras no son personajes de cuento, son reales.
Doña Teresa era mi madre.
Fin