Juan habla de su encuentro con el Resucitado
Shalom, me llamó Juan, representó al amor, soy discípulo de Jesús, y, no, no me tomeis por valiente, es cierto que fui el único que estuvo al pie de La Cruz, pero fue porque cuando iba huyendo María, la Madre me encontró, y, literalmente me agarró de una oreja, y, me obligo a ir con ella
Lo mismo que mis compañeros, yo tampoco esperaba que Jesús resucitará, y, cuando María la de Magdala, vino a decirnos que habían robado el cuerpo, que no estaba en la tumba, nos lo dijo a Pedro y, a mí.
Decidimos ir a comprobarlo, fuimos los dos, yo llegué antes, y, espere por Pedro, no, no esperé porque fuese un niño bien educado que espera por los mayores
Espere, porque El Espíritu me hizo esperar, Pedro era el primero de nosotros, por voluntad de Jesús, por tanto no podía entrar sin él, a veces el cariño el amor al Señor, te puede llevar a intuir algo, que otros no han intuído no lo hagas verdad, no lo impongas, espera hasta que Pedro llegue, hasta que el Papa, la Iglesia hable, si no fue tu imaginación lo hará, cuando no importa, el amor corre mucho, pero el amor sin la autoridad se da de morros contra el suelo.
Llegó Pedro y entramos, entonces vimos la sábana o sudario con que habíamos envuelto en cadáver como desinflada, como si El Cuerpo se hubiese esfumado, y, en otro aparte el paño o sudario menor que habíamos puesto en su cabeza, al bajarlo de la Cruz, era un acto de piedad que ordenaba nuestra religión
Nos quedamos en blanco, una cosa estaba clara, una persona que roba un cadáver lo lleva entero, si esta tan loco como para desnudarlo del sudario, pues deja este tirado por el suelo, hecho un lío, pero no dobla y lo deja en una piedra bien dobladito, y, menos vuelve a dar al sudario o mortaja, la forma del cuerpo, que además es imposible
No cabía otra, había resucitado
Después lo vimos en el cenáculo donde comió con nosotros, y, en la playa, estábamos pescando y lo vimos desde lejos, nos gritó al ver que no cogìamos nada, que volviésemos echar las redes, entonces yo le dije a Pedro que estaba faenando conmigo y con los otros salvo Tomás y Mateo que no son pescadores, bueno les dije, iba decir, “Mirad es Jesús nuestro Rabí”, pero en lugar de eso, dije, “ Es Adonai”, es decir “Es el Señor”, lo confesé como al Dios de Israel, por eso, Pedro cumpliendo lo que manda el Levítico, se hizo unos calzones con una toalla
De pronto nos vimos todos en la playa, sobre unas brasas estaba asando un pez, nos lo dío a todos, con un poco de pan
Os cuento una cosa
Como sabéis los primeros que nos escucharon y creyeron en Jesús, los que vosotros llamáis primeros cristianos, tenían como símbolo un pez, y, es porque la palabra pez en griego, que era otro de nuestros idiomas, formaba las iniciales de la mayor verdad de nuestra Fe
“Jesús El Cristo, es el Hijo de Dios Salvador”
Asi que cuando yo y mi Comunidad pusimos esto por escrito, los que nos leían, leían que en el Pan, El Señor se nos daba así mismo, en el Pan recibimos a Jesús El Cristo, el Hijo de Dios Salvador”
Eso lo recibis en cada Eucaristía, y, de su propia Mano, aunque os parezca que quien os lo da es un sacerdote
Bueno, Pedro me contó su experiencia personal, y, como había querido usarme como excusa pero no le valió
Vino el Espíritu sobre todos, nos volvió valientes, Pedro y yo, fuimos detenidos, y azotados por hablar de Jesús y en su Nombre no, nos importó, hicimos signos en su Nombre
Nos dispersamos para llevar su Palabra, yo, fui a Éfeso con su Madre que ahora era la mía, y, bueno, no voy hablaros de mi vida
Eso sí unos consejos
Cuando os de miedo La Cruz, dejaros agarrar por María, ella te hace valiente
Segundo, siempre con el Papa, con Pedro
Tercero En el Pan de La Eucaristía, El Señor, se da asi mismo, y, sólo Él es el Hijo de Dios que salva
Os espero en el Cielo, vuestro amigo
Juan.