Si no
agradezco lo que tengo, no tengo derecho a quejarme por lo que no tengo.
Lo
que he recibido de Dios, por medio de sus criaturas, y, cuasi directamente, la
vida, la fe, la gracia, la Iglesia, la familia, los amigos, si no agradezco
esto que he recibido, sin mérito alguno por mi parte, no tengo derecho a
quejarme de lo que no tengo.
Primero
ser agradecidos, por lo recibido, luego pedir más con confianza