Jn 8, 11 la adultera desde el punto de vista de ella misma, los acusadores, Jesús, el pueblo.
Desde el punto de vista de ella misma, su caso podría ser muy variado, hasta es posible que fuese una cómplice, para condenar a Jesús ante el pueblo. En ese caso, debió de sentirse una miserable, al ver como Jesús no la condenaba
Pero lo más probable es que fuese una pobre mujer enamorada de un hombre que no era su esposo, los matrimonios eran concertados, y, el amor pues en la mayoría no existía, se sentiría desolada, entristecida, avergonzada, dolida por el abandono de su amante, con miedo y segura de ser condenada por aquel hombre que hablaba y decía tener una relación especial con Dios, esperaría temblando que tomase la primera piedra, luego cuando vio, como hacía huir a sus acusadores, y, escuchaba como era perdonada, sabría que tenía que seguirlo, pero no el grupo sino en su casa educando a sus hijos si los tenía, con su esposo, a lo mejor este la repudio, y, entonces sí, sería una de las seguidoras anónimas
Los acusadores se frotarían las manos, a ver como salía el Carpintero de aquel embrollo, si la condenaba se ponía al pueblo sobre todo a las mujeres en contra, vaya piedad, y, ponerse a las mujeres es ponerse a todo el mundo, si, la absolvía también, pues la Thora era clara. Y, les salió el tiro por la culata, podrían haberla lapidado de no tener culpas, pero no era el caso, también ellos según La Thora, eran dignos de muerte
El Pueblo, estaría expectante, con apuestas casi, deseando sobre todo, las mujeres que la salvase, y, una mujer de entre el pueblo, al ver como la dejaba libre, estallaría en una risa gozosa, precisamente la única persona humana, que si hubiese podido tomar la piedra, la Madre de Jesús
Y, Jesús, Jesús no sabía si reír si llorar, miraba al Cielo a su Padre, él sabía que aquel pecado, todos los pecados, ya pesaba sobre sus hombros, su deber era salvar aquella pobre ovejita, también a los que huyeron en estampida, los salvo de ser asesinos.