Quitar las piedras para que pueda crecer la semilla
En la parábola del sembrador, Jesús habla de un terreno
pedregoso, que ahoga la pobre semilla
Y, para eso, si somos la tierra, tenemos que sacar esas
piedras cada uno las suyas, pues es “su finca particular”, esas piedrecillas
que no tienen que ser pecados graves, esos serían meteoritos radiactivos, sino esos pecados capitales dominantes, esas
imperfecciones, ese pasar de todo, ese
no tener tiempo, o tener de más, ese poner a Dios en segundo lugar
El confundir la propia opinión con el Magisterio
El confundir las
cuatro cosas que dijo San X con el Magisterio
El no dar importancia a la oración
No saber pedir….
Todo eso, son como piedritas que impiden que la semilla de
la Palabra fructifique
Pero como sembradores, también tenemos que ayudar al otro a
sacar sus piedrecitas, si las tiene
No juzgándolo
No mandándolo a confesar un pecado concreto salvo que nos
diga que se siente mal, por haber hecho, o que lo sepamos, pues lo contrario es
juzgar, y, aquí hay que hilar fino, aunque para mí algo sea pecado, e incluso
aunque por decirlo a lo bruto lo sea oficialmente, yo no puedo mandar a otro,
que se confiese, sino invitarlo, diciéndole lo que haría en su lugar
Invitarlo a medios de formación
Ayudándoles