Importa donde se siembra, siempre
se salva algo, aunque no lo vea el sembrador
Cuando un agricultor va sembrar
no plantar, sembrar lo que se conocía antes como siembra de voleo, la semilla
como dice Jesús, cae en muchos sitios, pero incluso la que cae en las piedras
no se pierde del todo, si alimenta un avecilla, ya ha servido para mucho
Del mismo modo, el apostolado, el
comunicar el Evangelio en primer lugar, con la vida, luego con la palabra,
tampoco se pierde, aunque se lo parezca al sembrador humano, aunque caiga en
terreno pedregoso, ya Dios se encargará de que la semilla, llegue un día a dar
fruto
Y, cuando uno es la tierra pasa
lo mismo
Lo sepamos o no, nuestra fe, nuestra vivencia procede de
semillas que otros sembraron, mejor dicho que Dios sembró por ellos, y,
aunque en ese momento fuésemos tierra
pedregosa, la semilla ha dormido hasta que Dios la hizo germinar
Y, si éramos como la tierra del
camino, mucho entusiasmo pero nada más es posible, que hasta lo habláramos a
otro mejor tierra, en la que prendió, incluso sin saberlo nosotros, y, ahora
vuelve a nosotros, porque la única semilla que se pierde, es la que no se
planta
La única palabra del evangelio,
que no evangeliza, que no da fruto, es la que no se dice, o la que se niega con
la vida