Sonreír imperativo
cristiano
Jesús sonreía siempre, por eso, las veces que lloró les
extraño tanto, que al escribir los Evangelios, lo pusieron, “y, lloró Jesús”
No se trata de andar contando chistes, ni haciendo gracietas
a todo el mundo, no tampoco de reírse por todo, como los idiotas
Sonreír es saber encajar la faena involuntaria, o a lo mejor
no tanto que te hizo la señora en el súper colándose en la caja
Es dejar que en la pescadería la mamá de familia se lleve la
dorada a la que le habías echado el ojo, porque tú, con los pocos que sois en
casa, igual os da un pescado que otro
Sonreír es disimular tu enfado con la amiga, la pariente la
vecina que te llama justo a la hora de tu
serie favorita, ojo, si es un vendedor o de Jazztel ni sonrisa ni cuernos,
se les cuelga y, listo, si es de AI, con más motivo
Sonreír es no contar a todo el mundo tus penas, salvo que te
lo puedan solucionar
Sonreír es aguantar que otros te cuenten sus penas, aunque
no puedas hacer nada, y, dar ánimos,
orar por ellos, pero sólo si sabes que son creyentes decirles que
confíen en Dios que oren
Sonreír es reconocer que te equivocas
Sonreír es reconocer que tú la que había dicho que hacías
unos merengues, o unas pizzas riquísimas, te han salido un churro
Y, en esa sonrisa quedará un momento para la risa, para el
chiste, y, para el llanto por el otro, por uno mismo.