Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que tú escuches, clamaré hacia ti: "¡Violencia!", sin que tú salves? ¿Por qué me haces ver la iniquidad
y te quedas mirando la opresión? No veo más que saqueo y violencia,
hay contiendas y aumenta la discordia.
El Señor me respondió y dijo:
Escribe la visión, grábala sobre unas tablas para que se la pueda leer de corrido.
Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará.
El que no tiene el alma recta, sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad.
El profeta clama a Dios ante la vista de la injusticia, parece que a Dios le da igual, el mal avanza a marchas forzadas. Lo que dice el profeta, lo podría decir cualquiera, cualquier creyente
Y, Dios le responde al profeta, y, nos responde, los cristianos ya tenemos la Última respuesta que es Jesús muerto y resucitado, En Jesús el Mal fue vencido para siempre, aunque patalee toda vía
Quién no tiene el alma recta, solo Dios lo sabe, pero si entendemos recto por enderezado, aquel que no se apoya en Jesús, que lo rechaza
El justo, lo malo es que no hay justos, sólo Uno Jesús, que nos justifica a todos, si no, nos separamos por el Pecado, por eso La Fe en Él salva si es viva, es decir con obras, de lo contrario es un cadáver y los cadáveres apestan
Tenemos como el profeta que luchar contra el Mal, que denunciarlo, que orar pero nunca desesperar, Dios está ahí, ahora hecho Pan y Vino, y, Hombre, Hombre judío, aunque los pobrecitos no lo sepan