El valor de la pobreza, no de la
miseria
Ante Dios tienen preferencia los
pobres
Los pobres no los miserables, ser
miserable en cualquier sentido no es ninguna bendición, ni bienaventuranza
El pobre de Dios, que no es
tampoco el apocado, es el que pone toda su vida en manos del Señor, se confía a
Él
No que no tenga miedo, ni dudas,
claro que sí
Pero sabe que el Padre siempre
esta ahí, aunque no lo “vea”, en ese momento
El Pobre de Dios da a la riqueza
el valor que tiene, es decir cero patatero, solo vale para otras cosas, si son
buenas para el bien
No es que desdeñe el dinero,
hacerlo sería soberbia, pues somos seres limitados
Pero tampoco lo adora, no le hace
un altar y, en el cual le ofrenda su conciencia y su vida