Dejar que el Espíritu Santo, cambie lo que debe ser cambiado
En La Iglesia, en cada uno, hay cosas que se han ido
colando, que no son malas, pero tampoco buenas, que son un lastre, que nos
impide avanzar, estuvieron bien en su momento, han dejado de estarlo, ahora son
sólo rémoras
Pero nosotros no podemos; hacerlo solos nos engañaríamos, es
el Espíritu Santo quien debe hacerlo, y
lo hará si no le ponemos trabas
A título individual
Escuchar con atención su Voz en la oración, en La Escritura,
comparar “ el sonido de su Voz”, con el sonido que nos llega de la Iglesia de
Papa y los obispos en comunión con él, cuando María de Magdala, vio el sepulcro
vació fue en busca de Pedro y Juan, no de María su Madre
Ver ante Dios el motivo, por el cual queremos cambiar
aquello, y, si lo que lo va sustituir nos ocasiona paz, nos lleva más a Dios y,
a los hermanos
No imponer nuestros cambios a nadie
En la Iglesia también hacen falta cambios los hubo a lo
largo de toda su historia, o sería un barco varado, no rumbo al Cielo por el
proceloso mar de la historia
Estos cambios le corresponden al Papa, y, el Papa tiene la
asistencia asegurada del Espíritu Santo, por eso en lugar de caer en el
inmovilismo; y querer ser más papistas que el Papa, diciéndole lo que debe
hacer, oponiéndonos a lo que hace
Orar, confiar en Dios, y saber que Dios nunca permitirá, un
cambio para el mal de su Iglesia; podrá tolerar un Papa injusto, hasta en el
pasado Papas criminales, y que trataban mal a los fieles, ninguno que fuera
contra la doctrina
Si el cambio en el que pensase el Papa fuese malo, Dios se
encargará de que no se lleve a cabo, si sólo fuese indiferente tal vez lo deje,
porque pese a todo, con él se pueden santificar muchos miembros y redunda en
bien de todos
Y, si ha venido enteramente de Dios, se quedará para siempre