El viernes 16 de junio, tuvimos
el viaje de cierre de temporada, del grupo de Biblia
Confieso que tenía tantas ganas
de ir, como de dormir la siesta en las vías del AVE; la razón el insoportable
calor, encima el viajecito era a las 4.30 de la tarde en autobús, hasta un
pueblo de La Coruña, que si no le cambie el nombre, era, algo así, como
“Hospital de Bruma”, con paradas en diversos sitios, para ir recogiendo la
gente
El trayecto transcurrió con
normalidad
Y, llegamos al lugar, un trozo de
paraíso, una pequeña iglesia, de estilo ni me pregunten, tal vez “románico
gallego”; con una parte semi derruida, cementerio al lado, con unos viejos
castaños, que nos dieron un poco de sombra, y, que extendían sus ramas sobre el
viejo templo, como simbolizando, la protección de Dios, sobre su Iglesia
Empezaron con unos cánticos
espirituales, cantados por un nicaragüense, y Cary, una de las personas que
llevan el grupo de Biblia, y a la que debo haber descubierto muchas cosas,
vamos que es otro de mis “felipes”; Gracias
Cary
Fue allí antes ya de entrar donde
el sacerdote del Grupo, Padre Fernando Isorna, empezó a leer la meditación,
mejor dicho “oración guía” que partía de la orden de Dios a Moisés, de
descalzarse, me llamo la atención porque
yo, había subido hacía un poco tiempo, una pequeña meditación, como
consecuencia de una oración personal, sobre el mismo motivo, sólo que el mío
iba de descalzarse para estar ante Dios, este iba de “descalzarse para estar
ante el otro, para entrar en el otro”. Ya adelanto que voy a subir los dos, sin
comparar
Ya dentro del templo, un
templo humilde dedicado al mártir San Lorenzo, “él que dijo que la riqueza de
la Iglesia eran los pobres”, el quemado en una parrilla, ante las imágenes por
duplicado de La Virgen María, bajo su advocación del Carmen, y, habiéndose
descalzado, prosiguió el P. Fernando su “lectura orante”
Y, poco a poco, su palabra, se
transformó en mí, en “Palabra de Dios”; y comprendí, cuánta razón tenía, la
necesidad de, descalzarse, para ir al otro, no entrar en los demás en su vida,
como elefante en cacharrería, tratar a cada uno, como lo hace Dios, como único,
no dar por hecho ni sabido nada, respetar, que no tiene nada que ver con
tuteos, ni usteses, respetar el silencio
del otro, su dolor, su alegría, no pisar fuerte en su vida, no imponer, es
difícil, en un momento llego la voz del P. Fernando, decía que “los pies
descalzos, no dejaban huella, pero si sentían la hierba, las piedras”, al punto, tuve “la traducción”, “No dejaban
huella, porque eran pies de resucitado, pies gloriosos, los pies de Jesús,
porque sólo podemos entrar en el otro, si Jesús nos lleva en sus brazos, Él si
que conoce la delicadeza, por eso nunca aplasta
Los pájaros que revoloteaban por
encima de la iglesia, entonaron sus trinos, sus melodías, pero era agradable,
era su oración, también ellos elevaban sus Salmos, como haciéndose eco, de lo
que el Salmo 104, repite, “los pájaros que cantan en la fronda”
De repente, el sacerdote empezó a
recitar la oración de Santa Teresa, “Nada te turbe, nada, te espante, Dios no
se muda, Dios no se cambia, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene
nada le falta, sólo Dios basta…”
Más de una vez la he recitado, la
he orado, pero siempre lo había hecho de “tejas para abajo”, lo que venía a
significar para mí, y, por supuesto que lo sigue significando, era que con Dios
estaba uno seguro, que había que esperar en Dios, pero hay mucho más, es una
oración bíblica, aunque no esté en La Biblia, pero su autora, ha bebido en sus aguas, son muchos
los versículos a los que conduce, pero a mi ayer me llevo a la revelación a Moisés,
“Yo soy Él que soy”, también entendido como “Él que esta”, pues fuera del
castellano y el gallego, imagino que del catalán también el verbo ser, tiene también el significado de estar, pues
bien, digo que me llevo ahí, porque si Dios no se muda, ni se cambia, es porque
“Es siempre él mismo”, no hay que temer, n soñar como será mañana, o si será, o
como fue, es siempre el mismo, “Él que es”, es decir Yhv, al que llamamos.
Padre, Señor., Amigo, Jesús, pero no se detuvo ahí, porque si es cierto, lo que
dice la oración de Teresa; ese esperar en Dios, sin miedo, es porque Dios es
Amor, de no ser Amor, no estaríamos allí, los pájaros no cantarían, el castaño
no daría sombra, la creación y su conservación, es prueba de su Amor, que
llegara, que llego a la locura en La Encarnación y la muerte en Cruz
Finalizó la oración,
digamos que en su fase más íntima, y
empezaron los cánticos por las mismas personas que los habían iniciado, en la
entrada, de los que destacaría dos, uno muy sencillo y pegadizo, que hace
alusión a la falta de fe, porque si nuestra fe, fuera como un grano de mostaza,
el otro, que ya lo conocía, “Nadie te ama como yo”, en el que Jesús se dirige a
cada uno, no para hacer como en los viejos devocionarios, de echar nada en
cara; si no para ofrecerle su apoyo, para recordarle que está ahí, que nunca se
fue, porque te ama, porque me ama, la prueba La Cruz, es una canción para escuchar de rodillas
Continuo por “mandato del P.
Fernando, el testimonio del joven nicaragüense, que hablo de su experiencia de
Dios, de cómo lo siente en su vida, de amor a la Biblia, a la que besa cada
día, pero de la que confeso no saber mucho, su lectura del Evangelio, su amor a
Dios, su vivencia de la música, que le sale del alma, esto lo digo yo, huérfano
desde los siete años, criado en un orfanato, en Nicaragua, militarizado a los
16 años, herido en la guerra de Somoza y, los sandinistas, una vida humilde,
sencilla, que no protesta, y que agradece a Dios por cada cosa, que prometió
ser sacerdote, pero luego Dios lo llevo por otro camino, según el P. Fernando,
ser hombre que transmite a Dios
Ya casi dispuestos a abandonar el
recinto sacro, en él que no había Eucaristía, pero si estaba Jesús, y se
notaba, se le palpaba, porque “donde están dos o tres reunidos en su Nombre,
allí esta él, en medio”
Decía que ya dispuestos a
abandonar la iglesia, el sacerdote explico un poco, el nombre del lugar,
“Hospital de bruma”, porque en la Edad
Media formaba parte del Camino de Santiago, y había un hospital, hospedería, es
decir “hospital en el sentido, de “hospitalidad”, de acoger, donde los
peregrinos descansaban, y que ahora es una estupenda casa de comidas, con
vistas al campo, y a un hórreo, lo de bruma, bretema en gallego, viene por la
niebla que hay en el otoño, el viernes el nombre que le cuadraba era “hospital
de sol”
Junto con los peregrinos a
Santiago que estaban con nosotros, tomados de la mano, y en pie, recitamos,
oramos el Padrenuestro
Y, así abandonamos el templo,
para dirigirnos, al viejo “hospital”, casa de comidas
En el camino corto, se nos cruzó
un pequeño rebajo de ovejas, que se asustaron por causa de un coche, “las hermanas ovejas”, por cierto todas eran
chicas, se movieron un poquito, y, una de las personas, dijo, “Ay que van
atacar”, tuve que contener la risa. ¿Atacar las ovejas, el símbolo de la
mansedumbre, cómo puede alguien decir algo así?, pero de pronto lo entendí, las
había visto moverse, fuera de su línea, y, de pronto recordé a los que tienen
miedo al Papa Francisco, a los que tienen miedo, a tomar la Biblia en las
manos, a, empezar su estudio, porque temen, ser atacados, perder la fe, qué se
acabe La Iglesia, y, no sé cuántas burradas,
los que no quieren ningún cambio ni en su vida, ni en la de nadie, todo
igual, inmovilismo, y, si alguien, o algo se mueve, avanza, es malo, o puede
serlo, como las ovejas, que si se apartan del camino, tengan cuidado a ver si
se convierten en toros de mihura
La jornada acabo con una merienda
cena, acompañada de cantos en el lugar antes mencionado
Los cantos continuaron en el
autobús
Y esto fue todo, para Gloria de
Dios