lunes, 19 de junio de 2017

Crónica viaje de fin de temporada del grupo de Biblia de La Coruña


El viernes 16 de junio, tuvimos el viaje de cierre de temporada, del grupo de Biblia
Confieso que tenía tantas ganas de ir, como de dormir la siesta en las vías del AVE; la razón el insoportable calor, encima el viajecito era a las 4.30 de la tarde en autobús, hasta un pueblo de La Coruña, que si no le cambie el nombre, era, algo así, como “Hospital de Bruma”, con paradas en diversos sitios, para ir recogiendo la gente
El trayecto transcurrió con normalidad
Y, llegamos al lugar, un trozo de paraíso, una pequeña iglesia, de estilo ni me pregunten, tal vez “románico gallego”; con una parte semi derruida, cementerio al lado, con unos viejos castaños, que nos dieron un poco de sombra, y, que extendían sus ramas sobre el viejo templo, como simbolizando, la protección de Dios, sobre su Iglesia
Empezaron con unos cánticos espirituales, cantados por un nicaragüense, y Cary, una de las personas que llevan el grupo de Biblia, y a la que debo haber descubierto muchas cosas, vamos que es otro de mis “felipes”;  Gracias Cary
Fue allí antes ya de entrar donde el sacerdote del Grupo, Padre Fernando Isorna, empezó a leer la meditación, mejor dicho “oración guía” que partía de la orden de Dios a Moisés, de descalzarse,  me llamo la atención porque yo, había subido hacía un poco tiempo, una pequeña meditación, como consecuencia de una oración personal, sobre el mismo motivo, sólo que el mío iba de descalzarse para estar ante Dios, este iba de “descalzarse para estar ante el otro, para entrar en el otro”. Ya adelanto que voy a subir los dos, sin comparar

Ya dentro del templo, un templo humilde dedicado al mártir San Lorenzo, “él que dijo que la riqueza de la Iglesia eran los pobres”, el quemado en una parrilla, ante las imágenes por duplicado de La Virgen María, bajo su advocación del Carmen, y, habiéndose descalzado, prosiguió el P. Fernando su “lectura orante”

Y, poco a poco, su palabra, se transformó en mí, en “Palabra de Dios”; y comprendí, cuánta razón tenía, la necesidad de, descalzarse, para ir al otro, no entrar en los demás en su vida, como elefante en cacharrería, tratar a cada uno, como lo hace Dios, como único, no dar por hecho ni sabido nada, respetar, que no tiene nada que ver con tuteos, ni usteses,  respetar el silencio del otro, su dolor, su alegría, no pisar fuerte en su vida, no imponer, es difícil, en un momento llego la voz del P. Fernando, decía que “los pies descalzos, no dejaban huella, pero si sentían la hierba, las piedras”,  al punto, tuve “la traducción”, “No dejaban huella, porque eran pies de resucitado, pies gloriosos, los pies de Jesús, porque sólo podemos entrar en el otro, si Jesús nos lleva en sus brazos, Él si que conoce la delicadeza, por eso nunca aplasta
Los pájaros que revoloteaban por encima de la iglesia, entonaron sus trinos, sus melodías, pero era agradable, era su oración, también ellos elevaban sus Salmos, como haciéndose eco, de lo que el Salmo 104, repite, “los pájaros que cantan en la fronda”
De repente, el sacerdote empezó a recitar la oración de Santa Teresa, “Nada te turbe, nada, te espante, Dios no se muda, Dios no se cambia, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta…”
Más de una vez la he recitado, la he orado, pero siempre lo había hecho de “tejas para abajo”, lo que venía a significar para mí, y, por supuesto que lo sigue significando, era que con Dios estaba uno seguro, que había que esperar en Dios, pero hay mucho más, es una oración bíblica, aunque no esté en La Biblia, pero  su autora, ha bebido en sus aguas, son muchos los versículos a los que conduce, pero a mi ayer me llevo a la revelación a Moisés, “Yo soy Él que soy”, también entendido como “Él que esta”, pues fuera del castellano y el gallego, imagino que del catalán también el verbo ser,  tiene también el significado de estar, pues bien, digo que me llevo ahí, porque si Dios no se muda, ni se cambia, es porque “Es siempre él mismo”, no hay que temer, n soñar como será mañana, o si será, o como fue, es siempre el mismo, “Él que es”, es decir Yhv, al que llamamos. Padre, Señor., Amigo, Jesús, pero no se detuvo ahí, porque si es cierto, lo que dice la oración de Teresa; ese esperar en Dios, sin miedo, es porque Dios es Amor, de no ser Amor, no estaríamos allí, los pájaros no cantarían, el castaño no daría sombra, la creación y su conservación, es prueba de su Amor, que llegara, que llego a la locura en La Encarnación y la muerte en Cruz

Finalizó la oración, digamos que en su fase  más íntima, y empezaron los cánticos por las mismas personas que los habían iniciado, en la entrada, de los que destacaría dos, uno muy sencillo y pegadizo, que hace alusión a la falta de fe, porque si nuestra fe, fuera como un grano de mostaza, el otro, que ya lo conocía, “Nadie te ama como yo”, en el que Jesús se dirige a cada uno, no para hacer como en los viejos devocionarios, de echar nada en cara; si no para ofrecerle su apoyo, para recordarle que está ahí, que nunca se fue, porque te ama, porque me ama, la prueba La Cruz,  es una canción para escuchar de rodillas

Continuo por “mandato del P. Fernando, el testimonio del joven nicaragüense, que hablo de su experiencia de Dios, de cómo lo siente en su vida, de amor a la Biblia, a la que besa cada día, pero de la que confeso no saber mucho, su lectura del Evangelio, su amor a Dios, su vivencia de la música, que le sale del alma, esto lo digo yo, huérfano desde los siete años, criado en un orfanato, en Nicaragua, militarizado a los 16 años, herido en la guerra de Somoza y, los sandinistas, una vida humilde, sencilla, que no protesta, y que agradece a Dios por cada cosa, que prometió ser sacerdote, pero luego Dios lo llevo por otro camino, según el P. Fernando, ser hombre que transmite a Dios
Ya casi dispuestos a abandonar el recinto sacro, en él que no había Eucaristía, pero si estaba Jesús, y se notaba, se le palpaba, porque “donde están dos o tres reunidos en su Nombre, allí esta él, en medio”
Decía que ya dispuestos a abandonar la iglesia, el sacerdote explico un poco, el nombre del lugar, “Hospital de bruma”, porque  en la Edad Media formaba parte del Camino de Santiago, y había un hospital, hospedería, es decir “hospital en el sentido, de “hospitalidad”, de acoger, donde los peregrinos descansaban, y que ahora es una estupenda casa de comidas, con vistas al campo, y a un hórreo, lo de bruma, bretema en gallego, viene por la niebla que hay en el otoño, el viernes el nombre que le cuadraba era “hospital de sol”
Junto con los peregrinos a Santiago que estaban con nosotros, tomados de la mano, y en pie, recitamos, oramos el Padrenuestro
Y, así abandonamos el templo, para dirigirnos, al viejo “hospital”, casa de comidas
En el camino corto, se nos cruzó un pequeño rebajo de ovejas, que se asustaron por causa de un coche,  “las hermanas ovejas”, por cierto todas eran chicas, se movieron un poquito, y, una de las personas, dijo, “Ay que van atacar”, tuve que contener la risa. ¿Atacar las ovejas, el símbolo de la mansedumbre, cómo puede alguien decir algo así?, pero de pronto lo entendí, las había visto moverse, fuera de su línea, y, de pronto recordé a los que tienen miedo al Papa Francisco, a los que tienen miedo, a tomar la Biblia en las manos, a, empezar su estudio, porque temen, ser atacados, perder la fe, qué se acabe La Iglesia, y, no sé cuántas burradas,  los que no quieren ningún cambio ni en su vida, ni en la de nadie, todo igual, inmovilismo, y, si alguien, o algo se mueve, avanza, es malo, o puede serlo, como las ovejas, que si se apartan del camino, tengan cuidado a ver si se convierten en toros de mihura
La jornada acabo con una merienda cena, acompañada de cantos en el lugar antes mencionado
Los cantos continuaron en el autobús
Y esto fue todo, para Gloria de Dios