Dios obra en cada uno para su Gloria, hace maravillas como en Santa María.
Un error en él que algunos caen, todos o casi todos hemos caído alguna vez, es al escuchar, leer u orar con el Magnificat, leer o ver lo que no dice
Pensamos que es exclusivo de Santa María, y digamos que de Ella es en primer lugar, pero todos tenemos nuestro “Magnificat” cada uno el suyo, porque como bien dice, el joven Carlos Acutis, no somos fotocopias
Santa María que esta llena del Espíritu Santo, desde antes de saberlo, desde el primer instante de su vida, en Santa Ana, sabe lo que dice, y sin escribir todo el Magnificat
Me quedó solo en los versículos iniciales
“Glorifica mi alma, al Señor, se alegra mi alma en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava... Por eso desde ahora me felicitaran todas las generaciones, porque El Poderoso ha hecho obras grandes, en mi, o por mí. Y grande es su Nombre...”
María glorifica alaba y adora y se alegra intimamente en su alma, en Dios que es su Salvador, que viendo lo poco, lo nada que es ella ante Dios, la ha elegido, y sabe que cuantos la feliciten por ello, que ella sabe serán todas las generaciones, lo eran por lo que el Poderoso, es decir Dios ha hecho en ella, o también se puede leer por ella, el bien que ha hecho a todos usándola como su instrumento, porque solo él es grande, eso es lo que significa grande es su Nombre, el nombre para los judíos representa la persona, por eso el Nombre de Dios era impronunciable.
Y bien puede decir alguno, sí claro pero es que Nuestra Señora, ya estaba salvada, llena de gracia desde su concepción, y algún atontado puede hasta decir, pero si ella no preciso redención, salvación, bueno ese además de atontado es hereje.
Pero yo, que soy pecador titulado, quita, quita. Como voy hacer mías esas palabras, pues sí porque todos tú, aquel narcotraficante, Puttin, yo, aquella monjita, aquella mamá de familia etc., todos estamos salvados, sí, otra cosa es que como somos un poquito tontos rompamos el billete de nuestra salvación, diciendo con nuestra vida, No a Dios, pero mientras caminemos por este valle de lagrimas y risas, pues por lo que a Dios respecta podemos volver a tomar el billete.
Así que podemos decirlo, y agradecer como hace María esa Salvación esa Redención, y pedir perdón por haber al menos rasgado el billete.
Seguimos. Dios en Santa María se encarno, El Verbo el Hijo de Dios se hizo humano en ella, Dios Hijo la hizo su madre
Santa María aceptó la misión que Dios le pidió, a cada uno le pide una cosa, y ella dejó hacer a Dios fue el Dios Uno y Trino, él que intervino en la Encarnación, ella sólo dejó hacer, se entregó a la Voluntad y el querer de Dios, hasta el final, sin entender nada, y ella reconoce que es Dios, no Ella quien hace ese prodigio, y cuando la feliciten las generaciones, no lo estarán haciendo porque ella con su poder y saber hizo, sino por lo que Dios hizo en ella, y por medio de Ella
Por medio de Ella Dios nos dio a su Hijo, hasta físicamente, pero por medio de cada uno de nosotros, lo da también, pues como enseñan los PP de La Iglesia, Dios abre la matriz del alma para que conciba por la Fuerza del Espíritu al Verbo encarnado, y luego lo para al mundo,, y esto sucede cuando acogemos su Palabra, y la hacemos vida
Y, así el bien que hacemos es Dios quien lo hace en nosotros, cualquier cosa buena, y quien merece el elogio, a quien hemos de devolvérselo, es a Él, nosotros solo instrumentos suyos
Bueno puede pensar alguno, pero lo de felicitar todas las generaciones, quita, quita
Pues sí, ahí tenemos a los santos canonizados, y los otros van el 1 de noviembre, y a la gente buena que ya no vive aquí de la que hablamos, a los primeros los felicitamos ese es una parte de su culto, la Iglesia de la que son miembros, les hace hasta fiestas, reconoce su valía como intercesores; a los otros los recuerda habla del bien que han hecho, y ora por ellos.
Y, un día en el Cielo, en la Jerusalén celeste, todos nos felicitaremos unos a otros, porque vamos estar ahí, no por nuestras obras, sino por haber dejado a Dios obrar en nosotros, porque Cristo nos salvó, porque Santa María lo hizo posible dejando a Dios que su Verbo se encarnase en Ella, porque Dios nos ama, con locura, y porque esperó Dios no, nos dejé ser tan tontos de rechazar la Redención y acabar en el Infierno
Santa María lo impida con sus ruegos.