Juan y Pedro encuentran la tumba vacía Nada más escuchar a la magdalena decir que había desaparecido el cuerpo del maestro, Pedro y Juan, echaron a correr para comprobarlo
A Juan lo movía el amor entrañable, le palpitaba el corazón diciéndole que estaba vivo, aunque luego le volvía la cordura, salvo la madre, nadie creía que fuera resucitar, no desde luego ahora
Juan llego a la entrada, espero por Pedro, sintió que debía hacerlo
Llego Pedro y entraron los dos, entonces vieron, el sepulcro vacío pero no de cualquier forma, vendas dobladas a un lado, el sudario de su cabeza, plegado, y, la mortaja, la sábana que había donado el senador José de Arimatea, como si tuviese aún el cuerpo, de hecho se acercaron a comprobarlo, pero era como si se hubiese evaporado
Un cuerpo no se evapora, y, es imposible sacarlo de la mortaja sin desenrollarla, o sin rasgarla, además de que si robas un cadáver lo llevas con todo,, y, no que es imposible
Tal vez no Juan es la prueba de que resucitó, mira un día María su Madre en casa, hablando con mi suegra, yo lo escuche desde fuera, le dijo que el Maestro aunque ella lo parió como todas las madres, la dejo virgen como era, pues su concepción fue por obra del Espiritu del Señor, como una nueva creación, cuando lo oí pensé que María deliraba siempre había tenido a José por su padre, y, cuando le pregunte al Maestro si José era su padre me dijo, si mi padre de la tierra, él que mi verdadero y único Padre me dio, pero ahora lo entiendo, pero ahora lo entiendo, dejo intacta la virginidad de su Madre y dejo intacta la mortaja, en este nuevo nacimiento, debería tener miedo pues lo traicione con mis negaciones pero no lo tengo, ven Juan vamos con los compañeros tenemos que decirles los dos, confirmarles lo que las mujeres nos dijeron el Maestro esta vivo.