Dios me manda amar al otro, no ser su doble en nada.
Sea quien sea, amar al bueno, mejor dicho al regular, porque salvo los niños pequeños, nadie es bueno sólo regular, regularcillo, y, malo, tengo que amar a todos, claro esta, al regular tirando a bueno, también, pero no tengo que ser su doble en nada, yo soy imagen de Dios, de nadie más, no tengo que vivir la piedad como la vive una persona determinada, algo muy bueno para ella, pero que no tiene porque serlo para mí, ni tengo porque actuar ni formarme como lo hace otra persona, Dios me deja en libertad, y, como católica al único maestro que debo obediencia por estar en el sitio de Cristo, es al Papa, y, donde él me deja libertad, pues soy libre, y, lo mismo los otros respecto a mí
Es decir no tengo que leer tal libro, porque una persona me lo dice, ni orar tal oración, ni meditar tal pasaje ni ir a misiones porque el otro va, yo soy yo, es decir la que no soy, el otro es el otro,, es decir también él que no es, que el único Que es; es Dios.