Saber contemplar, hallar a Dios
Es dejar que El Espíritu Santo te lleve, y, admirar a Dios, y, escuchar su Voz silenciosa en ese Libro escrito por El mismo, la creación, es adorarlo, admirarlo y alabarlo en el mar, en los ríos, en las cumbres, en los valles
Metáforas del mismo ser humano
En la mansedumbre, y, bravura de sus criaturas los animales mal llamados irracionales
En los árboles, en las flores
En los fenómenos meteorológicos, lluvia, viento, granizo, tormenta, rayos…
En la vida que se gesta por su Mano en el útero de una madre
En los niños inocentes
En los viejos arrugados
Saber ver allí a Dios, como en la Hostia consagrada, y, sencillamente adorarlo desde el corazón, sin pedir sólo admirar, y, alabar.