No llamar dios, a lo
que hacemos nosotros, a la obra de nuestras manos
No se trata de no fabricar dioses de arcilla, sino de no
hacer un absoluto de las cosas que hacemos que no tienen por qué ser sólo
materiales, pueden ser de cualquier tipo, ideas, escritos, es decir ponernos
nosotros en primer lugar
Valorar nuestra actividad por encima de todo
Pensar que lo que hacemos en el campo que sea, pero sobre
todo en terreno de apostolado, es lo único que se puede hacer
Que es lo que nos sostiene, lo que nos salva, y, encerrarnos
de tal modo en ello, que lo hagamos sin darnos cuenta un dios
Pensar que nadie más que nosotros, que tú, que yo, podrá
llevar aquello acabo
Que sin aquello, no podemos vivir
Es decir adorarlo, pues lo estamos haciendo principio y fin
de lo que hacemos y somos, y, principio y fin, sólo es Dios
No se trata de no valorar, y, de no hacer todo lo bien que podamos lo que debemos
hacer en todos los campos, pero sin agobios, si hay que cambiar se cambia, si
hay que dejar se deja, si otros nos sustituyen benditos sean. Como decía el
Cardenal Van Thuan, hay que dejar cuando,
es preciso las cosas de Dios por el Dios de las cosas
Y, siempre, siempre confiar en Dios