lunes, 14 de noviembre de 2022

Sacerdotes,curas etc. 3


Sacerdotes, curas etc, 3.
¿Qué espera un feligrés de su cura?
Con la respuesta a esta pregunta, remata un sugerente apéndice final del libro. “Ser sacerdote hoy”, del reputado teólogo Gisber Greshake. En la reedición actualizada, del año 2003. En esas cuatro páginas finales, incluye el autor la respuesta de un significado seglar católico, a la pregunta formulada arriba.  Conforme yo iba leyendo esas respuestas, caí en la cuenta de que aunque hondas y profundamente sinceras, no habrían de ser muy diferentes de las que daría un católico español.
Las decepciones y el distanciamiento.
El testimonio comienza por reconocer que el juicio sobre la vida de los demás es cosa de Dios. Pero que la experiencia de fe vivida en la Iglesia le permite al católico dibujar unas expectativas confesando siempre. “Que Dios ve lo que él no ve” una vez hecha esta advertencia previa, se ofrecen en tonos irónicos algunos diseños de curas, muy reconocibles aunque también muy esquemáticos.  
Conozco sacerdotes, afirma “la mencionada publicación”; dados a la buena vida, vino, mujeres, eventos culturales, viajes frecuentes de turismo, muebles de lujo, automóviles de alta gama, clientes asiduos de los mejores restaurantes y afectados por las enfermedades circulatorias. Veo también según dicen, sacerdotes que son puros tecnócratas del poder, no del poder espiritual, sino del administrativo, del poder de la organización. No son los servidores de los pobres y afligidos, sino de los grandes señores de la política, de la sociedad, de la burocracia eclesiástica, curas que viven pendientes del escalafón, del mérito
Su insensibilidad glacial,y su frialdad mete miedo
Conozco curas “prosigue” que semejan tener el ideal de pasar desapercibidos, ocultos en el anonimato. Algunos lo procuran por razones comprensibles, porque desean perder el papel social de influencia y notabilidad, y evitan el tratamiento reverencial y honorífico.
En algunos casos esta búsqueda del anonimato esta motivada por casos de baja autoestima, y cierto complejo de inferioridad. Esta minusvaloración personal se puede deber también, a la conciencia de falta de formación cultural, científica, humanística y teológica a la altura de los  tiempos, actualizada y abierta a la confrontación intelectual. En muchas ocasiones escuchamos a muchos sacerdotes quejarse de que la formación recibida en el Seminario no les dio la satisfacción de sentirse preparados para desenvolver con competencia el trabajo encomendado. Con frecuencia temen no estar a la altura de lo que la gente espera de ellos, para hacerles confidencias sobre problemas de la vida, o cuestiones de fe
LA UTILIZACIÓN DE LOS COLABORADORES
El texto que nos inspira y que estamos resumiendo, afirma el autor; que conoce sacerdotes,  que con palabras, o de forma implícita muestran una desconsideración de los seglares,  que acuden a ellos solo cuando los necesitan.
Tengo la sensación,  dicen “ de que por ser un seglar no valgo más que una pieza de ajedrez en el tablón de las tareas parroquiales. Recibo sin motivos razonables, serias quejas o reprimendas por falta de compromiso con la comunidad, y me doy cuenta de que la estrategia del cura en muchos casos es pura manipulación de las personas, procurando el brillo de su éxito como párroco.Cuando veo estas maniobras, me opongo en firme a ese juego. Les tengo dicho  en ocasiones que no puedo acceder a lo que me piden, porque tengo familia y trabajo que atender”
Cuando el seglar se muestra crítico con la actuación clerical y declara su disgusto, aparece inmediatamente la desconsideración del seglar, con bromas típicamente clericales, dirigidas a hacer patente la falta de formación teológica, y la pobreza real de la colaboración en las tareas parroquiales. El seglar queda ofendido, humillado y herido.
NECESITAMOS SACERDOTES
Sabemos de sacerdotes, no obstante lo dicho, a los que nos dirigimos con confianza, cuando tenemos ganas de palabras que nos iluminen, dichas con sinceridad y naturalidad,  en las que resuena el corazón y la fe de quien las dice.
Tengo tratado de nuestro testimonio con curas que no tienen horario restringido para escuchar y atender a los feligreses, y que  viven austeramente con sencillez, y sin pretensiones, sin ropa de marca ni coches ostentosos.
Todas las consideraciones positivas y negativas sobre los curas evidencian la pobreza y la riqueza de toda iglesia, y la realidad de su ser
La Iglesia es una realidad en que conviven Gracia y pecado, Luz y tinieblas, donación y egoísmo
Cuando decimos en el Credo que creemos en La Iglesia tenemos que ser conscientes de que el pecado, el egoísmo y las realidades humanas más negativas, permanecen en Las Iglesias como realidades llamadas a La Gracia, destinadas a ser iluminadas, realidades presentes en las personas, también en los cristianos, clérigos y laicos. Son realidades que la Persona de Cristo, y su Palabra y su perdón vencen, porque transforman al pecador en seguidor fiel, en servidor humilde, en testigo del Reino de Dios.
Clérigos y laicos luchamos en esta batalla. La Fe compartida y celebrada en La Iglesia mueve el corazón a la conversión. Los curas no son la excepción.
A.G. V.

Texto publicado originalmente en gallego, y publicado en la hoja distribuida en todas las parroquias de La Coruña, en la sección “ O til”(el acento) En la publicación “Pobo de Deus” (Pueblo de Dios) antes del covid 19
El autor es el Padre. D. Andrés García Vilariño. Párroco de Santiago en La Coruña.