viernes, 26 de mayo de 2017

Quien se cierra en una oración formal






Quién se cierra en una oración formal, y, no alaba a Dios, se vuelve “estéril, infecundo, como Micol, la hija de Saúl”
Es de una homilía o charla del Papa Francisco, explicaba el texto bíblico del libro de los Reyes; en él que se cuenta, que David iba danzando delante del Arca de la Alianza, Micol su esposa e hija de Saúl, lo reconvino por ello, no era apropiado que un  rey, se portase como una danzante, que fuera objeto de la mirada de sus súbditos, la misión del rey era otra
Tal vez la de presidir la ceremonia del sacrificio, tal vez presidir desde su trono, pero no, David dejo actuar a su corazón, dijo a Dios lo que sentía su alegría, el texto bíblico dice, que por ello, Micol no tuvo más hijos hasta el día de su muerte, dado que no murió de parto, no tuvo más hijos; yo nunca había captado la enseñanza de ese versículo, pero el representante de Jesús, me lo dio a conocer;  y, lo hizo comparándolo con Ana, la madre de Samuel, y con María al concebir a Jesús
En ambos casos, al recibir en su seno el don de Dios que son los hijos, al aceptar los dones de Dios, estas mujeres prorrumpen en cánticos de alabanza, no temen ridículo alguno, también Ana la profetisa de Lucas, y, lo mismo había hecho David, pero Micol, se cierra, ella sólo acepta una oración formal, no se complica la vida, lo suyo es el rito, rito vacío,  y, esto la vuelve estéril, no puede producir nada, porque voluntariamente se cierra a la acción de Dios, porque no sabe alabarlo, ni quiere, porque no se alegra con su Dios, y, la esterilidad conduce a la muerte, cuantas veces por obsesionarnos demasiado con oraciones rituales, y, no orar como pedía nuestro corazón, hemos acabado dejando la oración, yo muchas veces; y no sólo en la oración, cuando nos quedamos ataditos, a lo que llamamos, “tradición”; no confundir con “La Tradición”; si no con nuestras viejas manías, propias, o heredadas tanto da, también a nivel eclesial