Si Jesús y la samaritana fuesen,
“ortodoxos” no habría pasado nada, no si tanto Jesús como la mujer samaritana,
fuesen de esta gente, que no admite cambios, que sigue aferrada, a sus
tradiciones, no habría tenido lugar el encuentro, y, no sola ella, ningún
samaritano de los que conocieron a Jesús por ella, lo habría conocido
Jesús, el hombre Jesús, se habría
perdido la oportunidad que le daba su Padre de encontrar unas cuantas ovejas
fuera del redil
De haber sido ortodoxo,
respetuoso con las enseñanzas del pasado, pase que se hubiera sentado arrimado
al pozo, pero al ver venir la mujer, se levantaría, de prisa, primero porque un
rabí judío no habla con una mujer en solitario, hay que conservar las normas,
pero con una hereje samaritana menos, y, lo de pedirle agua, ni por asomo,
antes morir de sed, habría pensado
Y, ella la samaritana, en el
supuesto de que Jesús asfixiado por el color no la hubiera reconocido, al
verlo, y saber que era judío daría media vuelta, de ningún modo, se pondría de charla
con él, pero de hacerlo la cortaría groseramente a la primera
Pero ninguno de los dos lo era,
por eso Jesús, no tuvo ningún problema para pedir de beber, porque se moría de
sed a la samaritana, y, ella no tuvo ambages en pedir de beber El Agua eterna,
a Aquel Joven Rabi judío, como no lo tuvo en aceptar fuese el Mesías
Cuántos se pierden ahora, el
dejarse contagiar por el Fuego y el Viento del Espíritu que ha traído Francisco,
cuantos siguen cerrados al Ecumenismo, por seguir atados a un pasado, y, unas
tradiciones caducas