Proclamar el evangelio en el
mundo, cosa de todos, no sólo del Papa, obispos curas, ni sólo de catequistas,
miembros de Institutos seculares, no es de todos, aunque no me haga gracia
Sólo que el modo es distinto, los
laicos somos laicos, y, hemos de seguir siéndolo, no tengo porque
clericalizarme, eso quiere decir, que yo no puedo proclamar el Evangelio, como
lo hacen los religiosos, cleros, o
personas consagradas de modo especial, porque yo fui consagrada en el bautismo,
pero si tengo que hacerlo
Primero con la vida, viviendo no
a la moda, si no como cristiana
Segundo, con la palabra oral o
escrita, tanto da, denunciado el mal,
combatiéndolo con todos los medios que tenga
Tercero usando los medios que hoy
Dios me da por medio de la técnica, para lo segundo, pero también para
testimoniar mi fe, pero claro está, para esto tengo que saber lo que me exige
formación continua, pero de nada me
valdrá si no trato Aquel, por quien vivo, a quien no niego conocer para ello
preciso la oración, los sacramentos, sobre todo la Eucaristía, pero todo esto
se caerá por el suelo, si no cumplo el primero