No hay tiniebla que el Amado no
ilumine, no hay cruz que no lleve a Él
Lo dicen los místicos, y, los no
tan místicos como algunos escritores, con Jesús todo es más llevadero no con la
fe, no, con Él; porque la Fe, si Él no
forma parte de la misma puede hundir en el miedo, sentir el abandono de Dios,
con Él no, porque siempre esta
Dice Bernanos en “diálogo de
carmelitas”; subían al patíbulo
cantando, los mártires se enfrentaban a
la muerte con cánticos, Jesús, Cristo sudo sangre, pidió ser librado de la
muerte, con lágrimas, a Dios su Padre. Por qué, la razón es muy sencilla, el
Padre se había ocultado, Jesús no tenía a nadie, en quien apoyarse, a nadie, se
lanzaba él sólo, ni siquiera los que mal pudieran ayudarle lo hacían, estaban
roncando; y, qué podrían decirle, hablarle de Resurrección, que nadie conocía,
de lo bien que se estaba en el Sheol, de que era Hijo de Dios. ¿Y, sí no lo
era, era un buen hombre?, de nada, podrían hablarle
Jesús se veía rodeado de la peor
de las tentaciones, la del fracaso, la de verse como un pobre loco, la de ir a
hundirse en la nada, por eso Dios le envío un ángel, pero poca ayuda era, porque luego otras tentaciones vendrían a
hacer dudar de la misma
Ningún hombre sintió una angustia
parecida, no sabía si moriría en vano, no tenía asidero
Los mártires, cada cristiano que
pasa aunque no sea el martirio una tentación, o, una prueba, lo tiene a Él, a
él le puede pedir fuerzas, ayuda, puede decirle, sufro contigo, por ti, aunque
sabe, que quien sufre en realidad es Él,
Él lleva todas las cruces, Él ilumina toda tiniebla porque por Él
sabemos que tras la muerte, está la Resurrección