Jesús nos envía al mundo, pero no de cualquier modo, sino como el
padre, lo envío a él; por eso, tenemos que tratar a Jesús, conocer el
Evangelio, vivirlo, para saber cómo vino
Jesús al mundo
Y no vino, presumiendo de Dios
omnipotente; vino encarnándose desde lo
más bajo, se puso en nuestro lugar, y se puso de verdad, no se libró de nada de lo que es humano,
lucho contra el pecado, y lo venció, fue
tentado de verdad
Sintió el miedo, la angustia, el
hambre
Y, nosotros para llevar con Él,
la salvación al mundo, cada uno en su puesto, tenemos sin dejar de ser quien
sea cada uno; hacer como dice Pablo, “con el judío fui judío, con el griego,
griego, lo fui todo, con todos, para ganarlos a todos”
Que no es sincretismo, ni negar
lo que uno es; ponerse o, intentar ponerse en el sitio del otro, para ver su
problema, para comprender porque actúa asi, y, desde allí poder ayudarle,
llevarle a la Luz, no imponer, Jesús nunca impuso, exponer
Pero no venderse, no claudicar
ante los poderosos, sabiendo que si nos crucifican ahí empieza la Resurrección