El Yo soy de Jesús
Naturalmente no es preciso entender que lo haya dicho Jesús
en su vida terrena, es más bien el grito de La Iglesia, pero en Jesús es la
Cabeza de esta Iglesia, así que sí lo ha dicho Él
Y, este, “Yo Soy”; no es como los nuestros, nos remite muy alto, por eso está en Juan, cuyo símbolo es el
águila
En primer lugar, “Yo Soy”; no es sólo, “Yo Soy”; si no
también, “Yo estoy”; ya que solo en el castellano, y, demás lenguas hispanas,
“ser y estar son dos verbos distintos”
Cuando Dios habla a Moisés, y, Moisés quiere saber de parte
de Quien va ir al Faraón, Dios le dice, “Yo soy el que soy”, es lo que se traduce como “Yhavé”; Dios es Él que es
Y, esto es lo que La Comunidad Joánica, habitada por el
Espíritu confiesa de Jesús, lo que Jesús por su Espíritu enseña a su Esposa,
sin que niegue que pudiera decirlo antes de su glorificación
Nuestro “yo soy, o nuestro yo estoy”, son limitado, yo soy
zutana de tal, hija de, madre la que lo sea de, esposo el caballero que lo sea,
el cura de tal parroquia, en
relación con algo, o, alguien siempre
con una filiación, estamos además
ubicados, estamos ahora, y no mañana,
ahora soy, pero antes fui, pero siempre con alguien detrás
“Por eso Jesús, dice a Santa Catalina de Siena”, “Yo soy Él
que soy, tú eres la que no eres”; por
qué pues porque del mismo modo que somos, y fuimos, podríamos no haber sido, y,
el mundo no lo hubiera sentido nada, dejaremos de ser para este mundo, y nadie
notara nada
Nuestro verbo se conjuga en todos los tiempos, sólo desconocemos
el futuro
Yo fui, yo estuve, yo
sería yo estaría, yo soy, yo estoy, yo seré eso respuesta Dios, pero siempre
cambiando, porque la niña que fui, ya no la soy, ni la joven, ni la joven adulta, todo eso lo fue, soy un
ser cambiante, mudable, y, los demás seres humanos, igual, por eso no se puede
poner la esperanza en un ser humano, porque hoy es, pero mañana no, además no
estamos solos nos condicionan filiación, educación, es nuestra contingencia
Dios sin embargo es siempre Él mismo, y, es por sí mismo, no
recibe el ser de otro, y, está siempre con nosotros, con la Resurrección de
Jesús, “vemos” que Jesús es Él mismo, es
Yhavé, aunque se halla encarnado en
nuestra contingencia; no, nos va fallar porque está siempre ahí a nuestro lado,
no va dejar de amarnos, porque es Amor, y no cambia, no depende de nadie, no es el súbdito de nadie, por ello nadie le
va obligar, ni mandar
Y, además nos ha unido a si, porque Jesús como hombre no era
Yo Soy, pero gracias a la Encarnación,
el hombre Jesús, puede hacer
suyo, “Yo soy”, sin dejar el yo fui, a
ese Yo soy, nos une en el bautismo, somos su Cuerpo, y, si nos dejamos,
nos convertirá con Él en miembros del Yo Soy eterno, en la humanidad del Verbo,
que ahora es Jesús resucitado