El fuego del Espíritu Santo, desata las lenguas, quema el corazón
No fue sólo en Pentecostés, en el primero, es siempre que uno se deja invadir por El Espíritu Santo, que intenta cortarle las alas, o apagar su Fuego, con el agua, de “no es para mí”, “eso no va lograr nada”, “yo no me meto en líos”…
Cuando uno no usa, esas “aguas”, Desata las lenguas, y, uno habla sin miedo, mejor dicho con miedo, pero habla, sin importarle, que se rían del, que lo persigan, e incluso que lo maten
Quema el corazón, es decir uno no puede contenerse, y, tiene que hablar y amar a todos, pero cuidado porque hay un agua peor que las nombradas
La incoherencia de vida, esa hace que El Fuego no prenda, en los demás que digan, “solo palabras”, “habla por hablar”, y, es que cuando eso sucede, no era su Fuego divino él que nos movía, sino nuestra fogata pequeña de ganas de notoriedad.