En aquel viaje
En mi viaje penúltimo a mi pueblo; pude comprobar muchas cosas, algunas ya sabidas, otras que aunque creía saber, se me confirmaron
La señora que tenía el viejo horno de pan; un pan excelente como todos sus productos, y, que me conocía desde bien chica, me saludaba en la calle, su hija que también despachaba en el horno, si coincidíamos en una cafetería; si no la veía yo; me veía ella, y saludaba corriendo
Yo pensaba que era simpatía sincera; pero en este viaje encontré a la madre que ya había cerrado el negocio antes de irme yo del pueblo, la salude y no respondió ni por educación, hice lo mismo con la hija, y el mismo resultado, aún repite 2 ó 3 veces más; y nada. Lo dejé
Ahora sé que esa amabilidad era acto comercial, auto publicidad yo entonces era una buena cliente, ahora no soy nada.
Otros con los que tenía trato pero no tanto, aunque éramos vecinos fue la tienda de café, aquí les conté donde vivía ahora, y lamentaron no verme, aunque donde vivo también es un sitio hermoso; antes lo hubiéra tomado de otra forma
Ahora sé que es táctica comercial
Lo mismo la tienda de libros usados; donde hasta me dijo qué se extrañaban no verme, cuando mis visitas se limitaban a 3 al año, a veces sin comprar nada, y, con un montón de gente
La señora del queso y la mantequilla que no me conocía, pero al ir recoger mi encargo me llamó por el nombre, dando aires de familiaridad
El despacho de pan donde compra mi amiga, en cuya casa me alojaba, y que me saludo por mi nombre lo sabe por mi amiga, como si me conociese de toda la vida, la verdad le compraba poco; naturalmente era táctica comercial no conmigo con mi amiga
Otros como la cajera de Gadis cuyo nombre conozco a la que salude por él, a la que tantas veces pregunte por su nieto, se limitó a un. “¿Usted va querer bolsa?
Y Hubo otros sinceros
Los que llamó chicos de las fotocopias, con los que sigo en contacto desde mi segundo pueblo; y a los que dí un montón de trabajo
La panadera de la plaza, que antes de nada me pregunto donde estaba, y se interesó se veía sincera
La manceba de la farmacia, que me busco con la mirada, y me dijo se había extrañado no verme
Mis cafés donde me atendieron como si el día anterior hubiese estado allí
Mi ex peluquera y ahora mi vendedora de bolsos y ropa; que salió a saludarme
Esto me enseñó una cosa, con el comerciante de cualquier ámbito, ten relaciones si te convienen, aunque lleves mucho tiempo siendo cliente, porque es posible que no te salude ni sea amable por tí, sino por tus euros.
Pero si hay excepciones, si se fiel.