El Amor de Yhv no se ha agotado, ni se ha acabado su ternura.
El Amor de nuestro Dios no se ha agotado es infinito, no lo agotan nuestras barrabasadas, Él sigue siendo el mismo, Él que es, es decir Él que está, Es Amor, esta amando, no fue, ni será, es, siempre en presente, no, nos ama menos hoy que el primer día de la creación, primero para nosotros, para él presente, nos sigue creando, y, conservando el ser, sin precisarnos para nada, si una persona tiene vacas, puede que le gusten los animales, pero lo más seguro, sin negar lo anterior, es que lo que le guste sea la leche de las vacas, las tiene por interés, si un aldeano tiene un perro, lo tiene, para que guarde la casa o el ganado, no que los traten mal, nadie trata mejor a los animalitos de Dios que la gente del campo, pero no conciben tener un animalito porque sí, por eso se extrañan de que la gente de ciudad tengan perros, gatos, etc. y preguntan. "¿Para que te sirve, para que lo quieres?
Y, es que cualquiera que tenga en ciudad un animalito sabe que dan mucho trabajo, pero lo tiene, porque ama a los animales, y, más en concreto aquella especie, lo tiene sin esperar nada, bueno esto no es cierto, estas criaturas de Dios, si dan, dan compañía, dan cariño sincero, o sea que ni ellos me sirven para mi ejemplo
Nosotros a Dios no le damos nada, todo lo que tenemos nos lo dio él, y, nos lo conserva, si oramos él nos dio la gracia y los medios de hacerlo
Sin embargo nos crea y recrea, y, lo hace sólo por Amor, porque nos ama; y, ese Amor sigue ahi, porque la humanidad ni cada uno de nosotros no se ha extinguido, y, sigue con sus gestos de ternura, nos alegra con el concierto de esos músicos que son los pájaros, cocina para nosotros, aunque algunos platos tengamos que acabarlos, pero las frutas, y, hasta muchas verduras pueden ser consumidas al punto, pone a las abejas a elaborar la rica miel, aunque a mí no me guste, pinta para nosotros cada día el paisaje, las flores, los ríos, el mar inmenso, las montañas a veces nevadas, en todo eso, Dios se esta abajando, acercando con ternura a nosotros, somos nosotros como imbéciles, los que nos empeñamos en alejarnos y alejar a otros de él.