Santa Hulda, profetisa y carmelita
Santa Hulda, profetisa. 10 de julio.
Hulda (Holda o Julda) es de esos personajes bíblicos de los que casi
nadie conoce y que, sin embargo, como buen profeta, encarna a Dios en la
realidad de un pueblo, denuncia ante el pueblo su pecado y abandono de Dios.
Porque un profeta no solo es aquel que predice el futuro, sino sobre todo,
quien a la luz de Dios analiza el presente y acusa, se compromete y prepara el
futuro. De esta mujer, a quien la misma Sagrada Escritura da el título de
profetisa (cosa que no hace con Déborah o María), solo tenemos una
referencia en dos textos bíblicos. La primera es en 2 Reyes 22, 11-20 y la
segunda en 2 Crónicas 34,22-28, que tocan el mismo asunto. El contexto es el
siguiente:
Descubrimiento del libro de la Ley en el
Templo.
En el año dieciocho del rey Josías,
envió el rey al secretario Safán, hijo de Asalías, hijo de Mesullam,a la
Casa de Yahveh diciendo: «Sube donde Jilquías, sumo sacerdote, para que
funda el dinerollevado a la Casa de Yahveh y que los guardianes del umbral han
recogido del pueblo, y que se ponga en manos de los que hacían las
obras, los encargados de la Casa de Yahveh y ellos lo den a los que
trabajan en la Casa para hacer las reparaciones de la Casa de
Yahveh, a los carpinteros y obreros de la construcción y albañiles, y
para comprar maderas y piedra de cantería para la reparación de la
Casa. Pero no se les pida cuentas del dinero que se pone en sus
manos porque se portan con fidelidad». El sumo sacerdote Jilquías
dijo al secretario Safán: «He hallado en la Casa de Yahveh el libro de
la Ley». Jilquías entregó el libro a Safán, que lo
leyó. Fue el secretario Safán al rey y le rindió cuentas diciendo: «Tus
siervos han fundido el dinero en la Casa y lo han puesto en manos de los que
hacen las obras, los encargados de la Casa de Yahveh». Después el
secretario Safán anunció al rey: «El sacerdote Jilquías me ha entregado un
libro». Y Safán lo leyó en presencia del rey.
La consulta a Hulda
Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley rasgó sus vestiduras. Y
ordenó el rey al sacerdote Jilquías, a Ajicam, hijo de Safán, a Akbor, hijo de
Miqueas, al secretario Safán y a Asaías, ministro del rey: «Id a
consultar a Yahveh por mí y por el pueblo y por todo Judá acerca de las
palabras de este libro que se ha encontrado, porque es grande la cólera de
Yahveh que se ha encendido contra nosotros porque nuestros padres no
escucharon las palabras de este libro haciendo lo que está escrito en él». El
sacerdote Jilquías, Ajicam, Akbor, Safán y Asaías fueron donde la
profetisa Hulda, mujer de Sallum, hijo de Tiqvá, hijo de Jarjás,
encargado del vestuario; vivía ella en Jerusalén, en la ciudad nueva.
Ellos le hablaron y ella les respondió: «Así habla Yahveh, Dios de
Israel: Decid al hombre que os ha enviado a mí: 'Así habla Yahveh:
Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas
las palabras del libro que ha leído el rey de Judá, porque ellos me
han abandonado y han quemado incienso a otros dioses irritándome con todas
las obras de sus manos. Mi cólera se ha encendido contra este lugar y no
se apagará.' Y al rey de Judá, que os ha enviado para consultar a Yahveh,
le diréis: 'Así dice Yahveh, Dios de Israel: Las palabras que has oído... Pero
ya que tu corazón se ha conmovido y te has humillado en presencia de
Yahveh, al oír lo que he dicho contra este lugar y contra sus habitantes,
que serán objeto de espanto y execración, ya que has rasgado
tus vestidos y has llorado ante mí, yo a mi vez he oído, oráculo de
Yahveh. Por eso voy a reunirte con tus padres y serás recibido en paz en
tu sepulcro, y no verán tus ojos ninguno de los males que yo voy a
traer'".
Por este texto, pocas cosas podemos decir de Hulda: Era casada con Salúm,
vestidor del rey, y vivían en la ciudad nueva, por lo que serían de situación
holgada económicamente hablando. Hulda, ante el temor del rey porque las
palabras de la Ley durante mucho tiempo han sido ignoradas por el pueblo, le
predice que efectivamente, una tragedia vendrá sobre el pueblo infiel a Dios,
pero que su penitencia (rasgar las vestiduras) y su interés en restaurar
el verdadero culto, le librarán de padecerla bajo su reinado, que será de paz.
El rey Josías se empeñará en el arreglo del Templo, la vida cultual y que todo
vestigio de idolatría sea desterrado de entre las costumbres de Israel.
Este breve relato demuestra que Hulda sería considerada como mujer de Dios,
verdadera hebrea y profetisa, al ser a ella a quien se le consulta sobre el
Libro de la Ley hallado. Su testimonio es, además, una autenticación del mismo,
lo que la une directamente con Moisés, los profetas y la Ley. Al estar
relacionada con sacerdotes y funcionarios reales, su persona sería bien
conocida por Josías. Sobre todo si consideramos que el rey no acude al gran
profeta San Jeremías (1 de mayo). El Talmud lo explica
diciendo que, al ser mujer, Hulda sería más compasiva con su persona, pero esta
al empezar la profecía con un “el hombre que os envía” deja claro lo que
es para ella el rey: uno más, y no le dará un trato especial. Siguiendo la
literatura rabínica, esta nos dice que Hulda y Jeremías eran parientes, y que
ambos predicaban juntos y públicamente el arrepentimiento y la conversión a
Dios; él a los hombres y ella a las mujeres.
La tradición quiere ver en "la Puerta de Hulda", en el segundo Templo
de Dios una conexión con la profetisa y su casa o sitio de predicación, que
estarían localizados junto a esta. Siempre según el Talmud, la tumba de
Hulda se hallaba dentro de la ciudad, junto a las tumbas de los reyes. Desde el
siglo XIV otro sitio señala su localización cerca del Monte de los
Olivos, en una cueva junto a la actual capilla de la Ascensión. Es un sitio
venerado por peregrinos de todas las religiones relacionadas con Tierra Santa;
cristianos, judíos y musulmanes. Hulda se inserta entre otros santos del Antiguo Testamento. Los menologios griegos la
mencionan a 10 de abril, con estas palabras: “El mismo día, Santa Hulda
profetisa". El Calendario de los carmelitas de Malinas, del siglo XVI
la trae como santa propia a 2 de abril, recogiendo que en Oriente es a 10 del
mismo día.
Fuentes:
-Biblia de Jerusalén. 1976
-Enciclopedia Judía. Jerusalén 1971-1996.
-Acta Sanctorum. Abril, Tomo II
-http://www.torah.org/learning/women/class51.html
-http://www.lectio.unibe.ch
A 10 de abril además se celebra a
Beato Antonio Neyrot, dominico mártir.
San Macario de Gante, obispo.
San Fulberto de Chartres, obispo.
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