“Tú eres mi Hijo, el amado”
En los Evangelios sinópticos, aparece está frase puesta en La Voz que habla desde lo alto. La Voz del Padre Dios
Y, es referida a Jesús
Jesús es el Verbo, el Hijo Amado del Padre, de su misma naturaleza, engendrado en su Hoy eterno. Uno con Él
Y, este Hijo Amado, toma en el tiempo la naturaleza humana, en el vientre de una joven virgen judía, empieza a ser hombre, aunque no deje de ser quien es
Y, desde su concepción humana, es también en su condición de ser humano, de criatura humana, hijo natural del Padre, no del Espíritu Santo, del Padre
Y, es precisamente en su humanidad, que el Evangelio nos lo presenta como “El Hijo Amado”, de Dios
Amado porque es el Hijo fiel, para él cual, su alimento, su sustento es hacer La Voluntad de su Padre
Amado porque obedece hasta la muerte y muerte de Cruz.
Y, Jesús nos une, nos incorpora a él, no somos meros hijos adoptivos, somos hijos en el Hijo, somos, “células del Cuerpo de Jesús”
Por eso también a cada uno, dice el Padre esas Palabras, “Tú eres mi Hijo Amado”
Aunque seamos un desastre, somos amados, porque estamos injertados en Cristo Jesús
Y, hay más el Hijo de Dios igual en todo al Padre y al Espíritu. Son el mismo y único Dios.
Esté Hijo se anonadada voluntariamente, renuncia a su prerrogativas divinas, se hace menos que nada, “kenosis”, al hacerse hombre, hombre real no “Dios disfrazado”, y lo hace para devolver al Padre la humanidad perdida
Por eso del mismo modo que dice
“ El Padre y yo somos Uno”
Dice con la misma Verdad
“El Padre es mayor que yo”
Y, esté Hijo divino y humano, deja el Padre, para rescatar a cada ser humano, que muera en Cruz, que descienda a los infiernos, para que nos rescate.
Somos cada uno, el Hijo Amado de Dios.
Tenemos que aprender del que lo es desde la eternidad en su naturaleza divina, y desde su concepción en su naturaleza humana, a ser hijos.