No quedarse quietos por temor a equivocarse, como el siervo tonto de los talentos.
El siervo tonto de los talentos, o de las minas, suele ser el personaje bíblico no real; más imitado
Este chico no acabó fuera, bueno yo soy su amo, y lo vendó de saldo,porque mirar que era tonto
Si leemos con calma cualquiera de los relatos, vemos que no fue despedido, por haber perdido el dinero que se le dió para invertir, o negociar, sino por no haberlo invertido.
El muy tonto no lo había hecho, por si lo perdía
Pues bien Dios a cada uno, nos da unos talentos, en concreto La Fe cristiana, y otros talentos y carismas que lo acompañan, y el de los cuernos que no es tan tonto como piensan algunos, nos intenta convencer de que tenemos que guardarlos en el cajón del alma, lejos la Biblia y su estudio, ya nos llega con aquellas vidas de santos que de bebés no mamaban los viernes, o aquellas revelaciones raras que tuvo, San Periquin de los Altos Montes, si acaso una novena a San Blas, más que nada por las rosquillas, pero la Biblia no, qué puedes perder la fe
Ir a grupos de oración, o reunirte con otros cristianos ser ecuménico, quita quita, acabarás siendo de otra Iglesia o Comunidad
Publicar en tu blog o en otros sitios de Internet, o en cartas al director de un periódico temas de religión o moral cristiana, no, que te pueden replicar y a lo mejor acabas perdiendo la fe
Y siguen los ejemplos
Pero es que la Fe que además tiene que ser viva, y los talentos o carismas que Dios dé a cada uno, no son para guardarlos en la despensa del alma, hay que invertirlos, y Dios cuidará de que esa inversión no quiebre, pero si incluso por su Gloria lo permitiese siempre sería para nuestro bien y el de su Iglesia, puede que tuviésemos que pasar una noche oscura, pero nos devolvería una Fe fuerta purificada
Y, sabríamos que habíamos hecho su Voluntad.
No, nos quedamos con el denario, la mina o el talento enterrado, o guardado pongamos La Fe a trabajar. No le hagamos caso al diablo, aunque venga vestido de buen cristiano, que no es ni buen cristiano ni buen judío, ni siquiera buen moro. Es solo un maldito y asqueroso Diablo