miércoles, 7 de diciembre de 2016

Conocer a Jesús


Conocer a Jesús, es conocer y ver al Padre, ¿Pero qué es ese conocimiento?

Felipe, pregunto a Jesús, “Muéstranos al Padre, y nos basta”
Jesús le replico, Felipe quien me ve, a mí, ve al Padre, cómo me dices que te muestre al Padre, tanto tiempo con vosotros, y, no me conocéis.

Las obras que yo hago, nos las hago, yo, el Padre que habita en mí, es quien las hace”
Ver a Jesús es ver a Dios, al Padre, también porque Jesús, el Padre, y el Espíritu Santo, son el Único Dios

Pero esto no va de la Trinidad, si no de que ver, en nuestro caso, “conocer”, no podemos verlo, como lo veían los 12; sea ver a Dios, al Padre, nosotros ahora no vemos las obras de Jesús, sus milagros, Jesús ya no hace milagros directamente,  en la tierra, La Eucaristía no es un milagro, es un misterio
Si tenemos los de la Biblia; pero  no es eso

No es conocer toda la vida de Jesús, por haber leído buenos autores, ni tener títulos de teología, ni ser un experto en la Biblia, no se puede tener todo eso, y, no conocer a Jesús, conocer en el sentido bíblico de la palabra, que suena fuerte, porque es fuerte, en el sentido de llegar a ser Uno con Él, es lo que dice Pablo, no vivo yo, Cristo vive en mí

Porque todo lo anterior se parece a las mujeres que fueron al sepulcro en busca de un cadáver, y, se encontraron  con los ángeles, que les preguntaron “por qué buscaban al que Vive, es decir al Viviente”, que por cierto es otro de los nombres que los judíos dan a Dios” entre los muertos
Conocerlo, y, primero hay que tratar, es hacer todo lo anterior, pero unido a la oración viva, a la obediencia a sus mandatos, y, a su mandato, porque se puede leer la vida de una persona que ya no existe, pero sólo se habla con quien se sabe vivo, sólo se escucha a los vivos, sólo se obedece a los vivos, sólo se ayuda a los vivos

Y, Jesús hoy necesita ayuda, si en cualquier persona que sufre por el motivo que sea, ahí es donde empezamos a conocer a Jesús, y ver al Padre en Él,  y, a hacerlo ver a los que no se empeñen en cerrar los ojos 
Pero si nuestro empeño es defender que había una mula en el Portal de Belén, o que los de Emaús lo hubieran podido grabar con el móvil, no conocemos a nadie, y, seguimos buscándolo entre los muertos