Somos peregrinos.
Aunque en la Salve nos llamemos “desterrados”, lo que somos es peregrinos, viajeros hacia La Casa del Padre, no somos desterrados, pues nuestra existencia empezó en el seno materno de nuestra madre, y continúo tras nuestro nacimiento, nunca estuvimos en el Cielo, ni fuimos ángeles
Pero Dios que nos hizo para Él puso en cada uno, el anhelo por Él, aunque no lo sepamos
Él ateo más recalcitrante, el mayor de los impíos, cuando busca ser feliz, equivocadamente, está buscando a Dios, lo malo es que lo busca donde no está
Solo en Dios está la plenitud del Amor, del Bien, de todos los bienes, pues Él es el Bien por antonomasia, y quien los tiene los tiene todos
Y a eso tendemos como por un imán todos los seres humanos, pero heridos por la culpa de origen, corremos el riesgo de confundir el Oro que es Dios con el oropel que son las cosas, y podemos en lugar de dirigirnos a la meta de nuestra Peregrinación que es La Jerusalén celeste, acabar en el abismo
Para eso, solo hay una solución: seguir el Camino correcto, ese camino es un Hombre, parido por Mujer. Se llama Jesús, la Mujer que puede y sirve de atajo a Él se llama María.