Amar a Dios sobre todas las cosas no es convertir a Dios en un rival de las personas.
No, las personas no son cosas
Amar a Dios sobre todas las cosas, es amarlo por encima de la salud, la fama, la honra, el buen nombre, el prestigio, las riquezas, las manías; nuestra voluntad, y la voluntad de los demás,y cuando para conservarlas, tenemos que ir contra lo que Dios nos pide, tenemos que dejarlas, incluso saber perderlas
Por el contrario a las personas, tenemos que amarlas en Dios, tienen lo mismo que Dios ser lo primero, empezando cada uno por sí mismo, amándonos, y amando como nos ama Dios, y eso es muy difícil, de hecho imposible,pero bueno Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, que moran en cada uno, aman por nosotros y en nosotros
Pero amar a las personas, no es amar sus cosas, su voluntad, o caprichos cuando se oponen al querer de Dios, o cuando se oponen a lo que Dios pide a cada uno
No es aceptar sus ideas cuando son erróneas
A quien amamos o debemos es a las personas, porque es el único modo que tenemos de amar a Dios.